Pues siento que estoy agotado de la narrativa del fracaso, y de verdad que me gustaría que las cosas me fuesen un poco mejor. Tener algo de dinero en el banco, no deber nada a nadie, meter comida en la nevera, pagar mis facturas cada mes; incluso hasta molaría tener mi propio piso…, aquí soñando.
También estoy agotado de toda esa gente que viene a darme consejos en plan «yo de ti haría». Y, sobre todo, me cansa cuando esos consejos vienen de gente de la profesión que no para de hacer cosas: «¿Has pensado en rodar otra peli? ¿Has pensado en escribir un libro? ¿Y por qué no lo presentas a alguna plataforma?». Con los contactos que tú tienes. Pero, a ver, hijo de puta, calla la puta boca y cómprame algo.
Cuando en las pasadas navidades iba al Eroski a comprar, un día apareció al lado de las cajas, un expositor giratorio con calcetines muy chulos, de esos de colores divertidos y dibujitos. Fue pasando el mes y la gente se fue llevando los calcetines más guays. Nunca llegué a comprar ninguno, pero porque me parecían muy caros. Cuatro euros por un par de calcetines, ¿estamos locos?. Una vez terminadas las fiestas, quitaron el expositor.
En estos días, en mis últimas compras en el Eroski, cuando he ido a pasar por la caja, me he encontrado cuatro pares de calcetines “divertidos” de las pasadas navidades. Y estaban ahí, expuestos al lado de otras ofertas, como diciendo: «Alguien se los llevará». Esos cuatro pares de calcetines fueron los menos molones, los que nadie se quiso llevar…
Así que, si preguntas cómo me siento…
miércoles, 14 de mayo de 2025
¿Qué cómo me siento?
Diario de lloros
A las cinco y media de la tarde ha sonado la alarma del móvil. Había parado de llover, y la lavadora también. Después de una intensa siesta de día libre, he tendido la ropa y he salido de casa para tomar café. El cielo seguía estando gris, con ese tono a punto de llover en cualquier momento. Seguía estando en el Arenal y viviendo mi pesadilla. Llevaba en la cartera unos diez euros, y con eso iba a tomar mi café y luego haría una compra de atún y una bolsa de lechuga para hacer una ensalada; en casa tenía huevos, y no sé si también me quedaba una lata de maíz; esa sería mi compra. Normalmente como y ceno en el trabajo, pero eso es algo que no puedo hacer en mis días libres. No sé, sería raro. Qué puto asco la gente pobre, de verdad, los pobres sobran en el mundo, como la gente fea que está mal hecha. El mundo debería estar liderado por gente guapa y joven. La gente fea es previsible, van de cultos, te hablan de cine y literatura, y son un coñazo. En una persona guapa no hay capas, no hay nada que rascar; el guapo siempre va de cara con lo que hay, que suele ser nada; la belleza como la nada más absoluta, «solo puedo ofrecer belleza, fóllame ya».
Al rato de estar en la cafetería, ha aparecido un grupo de personas ciegas y se han sentado a mi lado; iban todos muy alterados (imagino que por estar de vacaciones), gritaban todo el tiempo y me han parecido muy divertidos. Como eran un pelotón, me he cambiado de silla y les he cedido un par, para que entrase todo el grupo en un par de mesas juntas. He vivido ese momento como la señal de algo que tenía que ver con mi diabetes y mi futura pérdida de la visión. Después de un bocata y un café, le he hecho una señal a una de las camareras jóvenes para pagarle. Ella, completamente encabronada por el estruendo que estaba liando el grupo de personas ciegas, incapaces de hablar en un tono normal, ha cogido mi billete de cinco euros y me ha dicho: «Perdona, que no te había oído con tanto grito». Luego le he enseñado mis auriculares.
—Siempre los llevo puestos.
—Ya. Yo haría lo mismo si me dejasen.
Después de hacer la compra, cuando he salido del supermercado, han empezado a caer cuatro gotas. De vuelta a casa, con mi atún y mi bolsa de lechuga, he seguido caminando con una sensación de paz y relajación, como de estar en un día perfecto para no hacer absolutamente nada, cosa que no he conseguido porque siempre termino delante del ordenador escribiendo mis lloros y reflexiones.
lunes, 5 de mayo de 2025
Diario de lloros