viernes, 30 de abril de 2021

NO ME CUENTES DRAMAS




En estos días, en estos tiempos extraños, en este “nuevo mundo” parece que ofende cuando uno habla de lo mal que le van las cosas. «Sí, me va mal, me  va cómo el puto culo»… He tenido tiempos mejores (como mucha gente); he tenido trabajo (trabajos), he tenido mi casa, mi coche, mi perro, y tenía algo de dinero ahorrado para hacer un viaje, hacerme un regalo de vez en cuando: una cena, un libro, un cine (cuando antes íbamos al cine)…Las cosas se han torcido un poco, o eso parece. ¿Os habéis enterado de eso de la pandemia mundial? En la tele la dan todo el tiempo… Mucha gente ha perdido su trabajo, negocios que han cerrado, empresas que se han ido al quiebro, gente que ha tenido que volver a vivir con sus padres. Otros se han reinventado -joder, cómo odio la palabrita-. Otros pudieron teletrabajar -joder, otra palabrita que también odio mucho-. Y luego están los que han seguido igual, como si esto no fuera con ellos; les ha ido bien, incluso han hecho negocio (y lo bien que va una buena crisis para ganar dinero).  ¿Alguien se acuerda del 2008?, ah, perdona, eras muy joven…Pero de verdad, no me cuentes dramas… No quiero entrar en mis redes sociales para leer todas tus mierdas en el Muro de Facebook. Que si ahora estás pasando por la peor etapa de tu vida, que antes trabajabas de otra cosa y ahora mismo te irías a limpiar casas, hacer camas y fregar váteres… Oye, pero de verdad, no lo cuentes, habla de otra cosa; invéntate una vida mejor y háblame sólo de cosas chulas y bonitas.
 Puedes hablar de todas esas «cositas que se vienen», y de todos los nuevos proyectos que tienes entre manos, y que por el momento no te dejan contarlo, pero que pronto será oficial. Habla de que al día le faltan horas para que puedas llevar a cabo todos esos maravillosos proyectos y, que gracias al esfuerzo y al apoyo de tu gente, por fin los sueños se cumplen… Que mañana no sabes cómo vas a pagar la compra del Mercadona, o que dentro de un mes no podrás pagar el alquiler…joder, ¿a quién le importa eso?  De verdad, «No me cuentes dramas», yo he venido aquí a regalarte mis «Likes», gánatelos. Los dramas ya están muy visto, cada noche ponen un drama turco en la Sexta. Háblame de las cosas que realmente importan: el programa de la isla, el Tiktok de moda, los Youtubers, las hijas de famosas de Tele 5, los muchachos rubios cachas con sus camisas blancas abiertas dejando ver sus pechos bronceados y depilados. Los dramas ya no tocan, ahora energía positiva,al mal tiempo buena cara, esto son rachas, una mala etapa, ves cómo todo al final se arregla. Si ya te lo dije yo. Mañana podrás pagar la compra del Mercadona y el alquiler con energía positiva.

sábado, 24 de abril de 2021

CAPONE DE LÁTEX




Me lanzo sobre la cama y mi novia me propone ver Capone, le digo que sí («la digo que sí», que mi novia es madrileña y estamos en Móstoles); he visto el cartel y me gusta ese actor; nos ponemos a ello.Entramos en Filmin, pero qué gran plataforma (nuestra escuela de cine, nada puede salir mal si tienes Filmin). Mi novia pone la peli y en mi cabeza -no sé por qué- pienso que Capone es una serie, que vamos a ver una serie de -no sé cuantos capítulos- y me parece bien, me gustan las series. Entro en la propuesta completamente virgen, es lo bueno de no haber estado metido los últimos días en las publicaciones sobre cine. En mi movida mental yo me dispongo a comenzar la serie de Capone. ¿Será la nueva Breaking Bad?
Primeros minutos de Capone: buena imagen, la era digital que imita al cine, todo muy iluminado (no fotografiado); Tom Hardy bien caracterizado, no podía ser de otra manera. Ese actor es guapo, ese actor es Mad Max, que hermosos labios tiene Hardy, le comería la boca, yo sería su novio y dejaría a mi novia de Móstoles…Hardy, debajo de toda esa capa de maquillaje, con esa calva, esas cicatrices -vale, bien, lo compro-. Hardy está imponente bajo la piel del monstruo; la ropa, los puros, el pelo. Me puedo imaginar a Hardy ensayando en su piso durante meses, delante del espejo de su baño mientras se repite una y otra vez: «se van a cagar cuando me vean entrar en el set caracterizado de Capone».

Van pasando los minutos y tengo la sensación de que estoy viendo una peli de esas que se hacían hace 20 años; una propuesta de «Gran película de época», con un histórico icono como Capone, al que todo actor le molaría interpretar. -¿Cómo no vas a querer hacer de Capone?, menudo reto ponerse en la piel de semejante bicho…ya digo, peli de las que se hacían hace 20 años: -quiero el Oscar, huele a Oscar; seguro que entro en las quinielas-.
La película sigue avanzando y todo es muy bonito: la casa, los coches, el jardín, la casa, el interior de la casa y sus habitaciones… «¿Y si al final no estoy viendo una serie?» He visto otros pilotos igual de largos, podré aguantarlo, no pasa nada, soy fuerte, tengo paciencia…Luego mi novia me dice: «sí quieres vemos un poco más y la terminamos mañana». Entonces sí, descubro que es una sola película y que yo soy tonto.
Por la película aparecen Kyle MacLachlan; de repente rejuvenecido que parece que haya perdido unos 20 kilos desde su último Twin Peaks y su doble malvado. Y Matt Dillon, que nos devuelve a las nostalgia del cine ochentero; «pero qué guay es ver a esta gente activa y a tope»; Dillon, con su cara en su sitio (que se habrá hecho sus mil retoques, pero que está muy bien, con su pelo y su gran presencia)…pero tengo que hablar de la película, ¿no?… Sigo viendo Capone y Capone está en su casa, y a través de oníricos flashback, el film nos va mostrando escenas -que espectador tiene que entender que son importante y esenciales en la vida de Capone- pero parece que sean más una flipada del director (que también es guionista de la película); escenas de una vida que -yo como espectador- no sé de dónde vienen, estoy perdido, ¿qué me estás contando?; que sí, que todo es muy chulo y que tienes a Tom Hardy dándolo todo, porque desde esa de Spiderman que el actor parece que esté más perdido que una Kardashian en una librería de barrio.
 Capone camina por su mansión, Capone se caga encima, y Capone está muy bien según la iluminación de la escena. Pero no empatizo con Capone porque no sé quién coño es, y me importa una puta mierda su vida, pero porque no me la están contando, como espectador no estoy haciendo ningún viaje con el personaje; me da igual lo malvado que haya sido y que ahora esté en las últimas, me estoy aburriendo mucho con él, con todo, y cuando termine la peli me habré olvidado completamente de ella… Quizá la última escena, sí, la del teaser de promoción: con el cocodrilo, que es muy bonita y te recuerda a las pinturas del simbolismo[…].Capone es una propuesta que seguramente habría encajado bien en nuestros adorados videoclub en los años 80 o 90. «Un telefilm que parece más una promoción para vender una casa, que la Gran película que podría haber sido sobre el gangsters más famoso de todos los tiempos». Aburrido y ya totalmente rendido, esperando a que terminen la peli, no puedo parar de pensar en Robert De Niro y en Brian de Palma, y en lo genial que es Edward G. Robinson; y pienso en Brando en el Padrino, y en Pacino en `El precio del poder´…Y Tom Hardy lo ha dado todo, pero con eso no basta, una lastima. Podría haber funcionado mejor como una miniserie sin más pretensiones.

jueves, 22 de abril de 2021

VUELVE BIEN.

12 de Abril.
«Siempre que vuelvo a la isla tengo la sensación de que caigo en ella, y de que todo es parte de un reality en el que un programa me sigue todo el tiempo para documentarlo todo».
Sobre las 5 de la mañana salía de la cama; los vuelos más baratos son esos que salen a las 8 de la mañana. Con el descuento de residente puedo encontrar vuelos a la isla y ida y vueltas por unos 30 euros, a veces por menos dinero. He llegado a pillar un vuelo por 3 euros, es más barato volar que coger el bus que te lleva al aeropuerto.
Cuando te levantas a las 5 para pillar un vuelo normalmente no duermes una puta mierda. Me estaré haciendo mayor, o demasiados vuelos a mi espalda, demasiados cafés en el aeropuerto…Lo mejor de volar tan temprano es que la gente es silenciosa y  no tiene ganas de ruido; de vuela en silencio, sin niños liándola, sin parejas discutiendo o grupos de amigos hablando del millón de cosas que van a hacer en su destino. A las 5:30 de la mañana el aeropuerto es para zombis, o para padres divorciados con gafas de sol aspirantes a guionistas con un ordenador debajo del brazo con la obra de su vida dentro.
 Sobre las 8:30 el avión despegada de Madrid, y una hora y algo más tarde aterrizábamos en la isla. Siempre que vuelo a la isla me pongo en la cabeza del piloto y pienso que algo va a pasar mal: ¿y si el piloto no sabe aterrizar porque de repente ve la isla demasiado pequeña? o, ¿y sí se pasa de isla y por error acabamos en otra? Luego también siempre que vuelo me viene a la cabeza esa escena del Club de la lucha, esto es así, siempre; da igual que me ponga a pensar en otra cosa que esa escena siempre volverá a mí ...Sobre las 10 de la mañana estaba haciendo cola con otros pasajeros para pasar otro controlo “covid”; otros pasajeros pasaban con su PCR ya hechas, traídas desde su lugar de origen; podían pasar el control y salir del aeropuerto, estaban limpios. En mi caso yo no traía nada, hacerse esa puta prueba es cara pero como residente me la harían gratis al llegar al aeropuerto. Ingenuo, pensaba que sería otro tipo de prueba, no la maldita prueba del palo gigante que te meten hasta el cerebro. Luego, en la cola, veía como otras personas salían de la salita de la prueba derramando una lagrimita, ahí me cagué en todo, esta sería mi segunda prueba -que sí, que te has hecho ya mil PCR y que al final  es uno segundo y ya está; pero joder, es muy desagradable-. Llegó mi turno, entré en la sala (las hemos visto en las películas de ciencia ficción: esos espacios improvisados que normalmente tienen otra función); me senté en un pequeño espacio separado por paneles y una señora -nada agradable- me preguntó si era mi primera vez. -¿mi primera vez de qué? -le pregunté mientras me metía el palito más grande por mi pequeñita y sensible nariz-. Esta vez, mi reacción fue apartarle el brazo a la enfermera, fue algo instintivo y a la señora enfermera no le hizo ni puta gracia. Volvió a meter el palito y creo recordar que grité un «JODER» y me fui echando hacía atrás en la silla que casi acabo en en suelo (así soy yo de maduro). Después de unos minutos de espera sentando con otros pasajeros en silencio, me llamaron y me dijeron que estaba todo bien -del covid bien, otra cosa es tu puta cabeza de loco-. No me dijeron eso, pero habría sido muy divertido.  
«Me dais un papel o algo» -pregunté en la mesa-. -Te vamos a dar una mierda-. No sé, pregunta ingenua, llámame tonto . Finalmente salí del aeropuerto y fui directo hasta la parada del bus -dirección al Arenal-. Ya he hablado antes de ese lugar: mi barrio, mi pueblo; el lugar que me hizo ser quien soy, «un puto gilipollas».
 Llegué a la parada y esperé -bueno, bien, aquí estoy de vuelta y en nada me subiré al bus y en unos minutos estaré por mi zona y comeré algo-. A las 12 seguía esperando el autobús -per qué raro es todo, bueno, no sé, paciencia-. También era raro que yo era fuese la única persona esperando en todo el tiempo que estuve ahí plantando en la parada; -pero bien, no pasa nada, aquí estoy, de vuelta, un tiempo para mí, para el reencuentro-. Pero el bus no aparecía por ninguna parte, y yo seguía siendo el único que esperaba el maldito bus . Me fijé en la parada, pero no vi ningún letrero de nada; ninguna información, debía estar todo ok, yo seguía a la espera… Un coche patrulla del aeropuerto pasó por delante de mí -no sé cuantas veces- y me vieron esperando en la parada ,-y los muy hijos de puta- podrían haber parado el coche para decirme algo en plan : «¿qué pollas estás esperando puto subnormal?».

Después de más de -una hora y algo- esperando algo que no llegaba, cambié de acera para acercarme a la otra parada en  dirección Palma. Más tarde apareció el autobús de Palma y le pregunté al conductor por el autobús del Arenal; me dijo que no había ninguna linea hasta el Arenal; «Como no lo coge nadie lo han quitado» -me dijo muy amable el señor conductor-. ¿Y entonces cómo pollas voy al Arenal? (no con estas palabras pero). «Pues coges el bus hasta Palma y desde allí te coges luego otro hasta el Arenal». Y así todo, y así funciona el planeta, y así la vida es maravillosa y es mejor no quejarse de nada porque al final todos somos unos putos gilipollas y nos miserables…«Pero que también puedes pillar un taxi» -me dijo también el amable conductor-. ¿Le voy a regalar 20 euros a un puto taxi para hacer un recorrido de 10 minutos? Ni de coña tío, no joder. Casi mejor sería ir andando hasta el maldito Arenal ... Así que con resignación y en la mierda me metí en el autobús en dirección a Palma, tenía hambre y estaba cansando, había perdido más de una hora esperando un bus fantasma.
Llegué a Palma sobre las 15:00 y me metí en un restaurante y pensé que, o estaban cerrando, o acababan de abrir. «¿Puedo comer?» -pregunté a una chica joven-. «Sí, claro, pero en la terraza»…Miré por la cristalera y vi cuatro tristes mesas plantadas en la carretera separadas por unas macetas y unas promociones de Coca-cola. No apetecía nada sentarse en la soledad y el frío de aquella improvisada terraza, pero «es lo que había». Yo había estado fuera de la isla desde el pasado diciembre, cuando pasé otra semana en la  isla con mi hija y también pude actuar (show que montó mi colega). Las putas normas, las restricciones y el toque de queda cada Comunidad lo ha llevado a su manera. Yo acababa de volver de la «fiesta de Madrid», del «sudapollismo» de los franceses borrachos y la fiesta de Semana santa. En Madrid te puedes meter en un bar -con sus restricciones-, pero te puedes tomar algo: sentarte, comer y hacer otras cosas. En Baleares la cosa está bien calentita con el tema, bien quemados y con el agua hasta el cuello viendo como se hunde el barco con ellos dentro.

Comí un escalope gigante sentando en una de las mesas mientras contaba los coches que iban pasando a mi lado. Comí rápido porque tenía ganas de volver a “casa”. Antes de subir al bus de vuelva al Arenal, pasé por el Minibar (bar en el que pasaba muchas horas cuando vivía por la zona). Al entrar en el bar lo mismo :«Te puedo hacer un café pero te lo tienes que tomar fuera». -Así que me tomé el café, de nuevo en la calle, (guía de las mejores calles de Palma…) Bus y de vuelta a mi barrio, al Arenal, -al puto Arenal-, el gueto, lugar sin Ley; uno de los peores lugares del mundo para volver, o para acabar. Ahora todo el Arenal era un cartel de «CERRADO»; un pueblo fantasma con un candado puesto a la espera de la reactivación (lo que quiera que signifique todo eso).
23 de Abril y todo esto sigue siendo el «Diario desordenado». En estos días escribo, parece que no haga mucho más. 18:58 y los vecinos siguen tocando los cojones con sus mierdas (no entiendo cómo esa pareja de bestias pueden estar a cargo de críos pequeños). Hoy es viernes y ha sido una semana larga; creo que se puede decir lo mismo de cualquier semana, siempre se hacen largas, siempre pasan cosas.

 El pasado lunes estaba en pie antes de la 5 de la mañana para coger otro vuelo de vuelta a Madrid, de vuelta a mis cosas (sigo sin saber muy bien cuales son). Sigue siendo tarde para hacerme repartidor en moto. En estos días no estoy pendiente de mis aplicaciones laborales, bueno…joder, -¿qué puedo decir de todo esto?-; es que hasta ahora no estaban funcionando muy bien…Hace unas semanas me llamaron de una empresa de trabajo temporal, me pidieron mis datos para meterme en un fichero y me preguntaron si tenía ropa de cocina. «Ahora mismo no tengo nada, pero si me dais trabajo yo me compro unos zapatos de esos anti-deslizantes y un delantal para fregar platos» (todos los putos platos del mundo). Se ha puesto una bonita tarde para volver a pensar en todas esas cosas tristes de mi mundo laboral. Fuera derrota, pensemos solo en cosas bonitas y positivas «Se vienen cositas» como dicen todos esos hijos de puta en las redes sociales…19:05. Voy a intentar desconectar de toda esta mirada y voy a intentar pensar en otra cosa, lo que sea; iré hasta la cocina y abriré la nevera, veré todo lo que hay dentro, haré una lista y volveré al salón, seguramente me volveré a sentar delante del ordenador y seguiré tecleando todo este montón de basura sin sentido. Maldito diario desordenado. No se viene nada.