sábado, 19 de junio de 2021

SON DÍAS EXTREMOS



La casa es un asco. Es un pequeño piso, un zulo, un piso que estaría bien como pisito de verano, para pasar unas semanas, unos días, y luego volver a un sitio mejor. Si es que hay un sitio mejor.
Lo mejor de la casa es cuando estás fuera de ella. La llamaré casa, por decir algo. Todo en ella es triste y oscuridad; es una primera planta, pero parece que esté en un sótano. Es de esos agujeros que están entre corralones de otros pisos viejos. La luz es imposible que se cuele en este pequeño agujero. Las paredes son de papel y puedes oír respirar a los vecinos, oír sus pedos, como abren y cierran la puerta del microondas. Uno de los vecinos, cuando bosteza, hace un extraño sonido en dos tiempos, como si quisiera decir algo, algo que no controla y se convierte en algo muy ridículo e incómodo de oír. Tengo la sensación de que ese vecino siempre está metido en su casa y es el mismo que pone la lavadora de madrugada. Todo el tiempo escucho todas las televisiones y músicas de los vecinos. En la casa, todas las puertas son viejas y  muchas de ellas apenas cierran del todo; son frágiles y deben de tener cientos de años. El suelo es de esos que no apetece pisar; con sus baldosas grandes y viejas imposibles de fregar; de esos suelos gruesos en lo que se queda pegada la grasa y tu puto alma. Por mucho que friegue el suelo, siegue estando sucio. La carretera pasa por delante de nuestra puerta y el ruido continuo de los coches, es otro de los molestos ruidos que hay que soportar durante todo el día. Como las paredes son de papel, puedo escuchar las conversaciones de mierda de la pareja que vive a mi lado, siempre hablan de cosas vacías, como si llevases 20 años juntos y hace tiempo que pusieron el piloto automático para hablar entre ellos.
Pues claro que la cocina es otro horror, como todo esta casa. Los hornillos apenas van bien, son como venas atrofiadas a punto de explotar. Es la típica cocina que sale en las noticias a las nueve de la noche con el típico caso de bombona que explota y mata a toda la familia. El agua que sale del grifo de la cocina parece que venga de otro tiempo; es un agua sucia, gruesa y difícil de secar de las manos. Aunque no la mezcle con nada, es una sensación. Cuando friego los platos siempre tengo la sensación de no limpiarlos bien del todo, es imposible. La lavadora no funciona y no sé cuánto tiempo tiempo lleva así; hoy he lavado mis ropa interior y algunas camisetas a mano, con detergente y frotándola con un cepillo. Espero que se seque en algún momento. ¿Y por qué escribo todo esto?, pues para no volverme loco, supongo, o completamente majareta. Son días que duelen y son días extremos, ya digo; todo esto es un intento de poner orden en mi cabeza. ¿Ya digo?
El cuarto de baño es una pequeña sala de torturas con una ducha que tiene: o agua caliente hirviendo, o agua fría, no tienes termino medio para medio ducharte a gusto. El cuarto siempre tiene moscas, mosquitos; aunque lo friegue veinte veces al día; deben de oler la mierda y la tristeza, deben de oler la puta desesperación de los que estamos dentro en ese momento. -Qué pena ser tan pobre- me repito todo el tiempo desde que estoy por aquí estos días. Y quiero tener en la cabeza que son unos días, prefiero estar engañado pensando que es una temporada mala más, otra de mi crisis, algo pasajero, y que luego todo volverá a ser guay en mi vida. Son días extremos y son las 18:51 en este dilatado domingo en el tiempo.

jueves, 17 de junio de 2021

LO DE VOLVER



Siempre que vuelvo a mi viejo barrio me invaden las mimas sensaciones. 18:09, café con leche con hielo, depresión y cruasanes sin azúcar. Acabo de volver del supermercado y me he encontrado con mil niños de borrachera; el turismo basura ha vuelto a la isla y aquello de la pandemia ya es historia. He vuelto al dolor, he vuelto a caer, he vuelto al agujero de mi infancia. Lo más divertido de volver a vivir con mi padre es que me hace sentir como un niño de 12 años, que se acaba de divorciar y ahora bebe y fuma. Llevo 3 días por aquí y tengo la sensación de llevar ya 10 años. Cuando vuelva a salir de aquí necesitaré terapia y cuatro grupos de ayuda. Demasiado calor (demasiada calor), ¿el agua o la agua? «El Arenal Splendor», mi barrio alemán de toda la vida. Volví el pasado martes y lo hice todo mal; ¿sabes cuando buscas el primer vuelo de la mañana pensando que te vas a ahorrar unos cuantos céntimos? Pues al final me salía más barato el avión que llegar hasta él. Luego se me olvida que ahora vivo en Móstoles (en esta última etapa madrileña).

Para volver a la isla tenía que estar en el aeropuerto a las 6 de la mañana. La Renfe empieza a las 5 de la mañana; Renfe hasta Atocha y luego bus hasta el aeropuerto. Taxi y guanifiller hasta el aeropuerto por unos 35 o 50 euros. ¿Y alquilar un coche hasta el aeropuerto, un caballo, bicicleta? Finalmente, sobre las 4 de la madrugada salía de casa y no pude dormir una puta mierda -¿qué cojones vas a dormir si en un par de horas tienes que estar saliendo por la puerta? Antes de las 4 ya estaba en la cocina haciendo un extraño desayuno -cena rara- mientras me peleaba con un mosquito gigante.
 A las cuatro y algo de la mañana pasaba el bus nocturno y me hacía un recorrido gratis por los lugares más feos -y que no había visto- de Móstoles. Durante el viaje, fui acompañado de héroes trabajadores del turno de la mañana: personal de limpieza, currantes de los hoteles, gente de otra pasta. Me miraron mal, me señalaron con el dedo, a mí y a mi sombrerito de moderno. Bus hasta Pio y de allí otro hasta Cibeles, y de Cibeles hasta el aeropuerto. ¿Y comprarte una moto? ¿Y pegarte un tiro en la boca? Antes de las 6 ya estaba por el aeropuerto para pasar el control acompañado de un montón de gilipollas; odio a toda la gente cuando tengo que pasar un control, porque sí, porque es mi odio.   

Durante el vuelo intenté dormir y fue un desastre; eso que pasa siempre que intentas dormir durante un vuelo, que es todo una puta mierda y tu cuello te lo recuerda todo el tiempo. Sobre las 9 de la mañana tocaba tierra penando en el palito que me iban a mater por la nariz -¿de Madrid? -Sí-. -Pues pasa por ahí-. Al llegar al control, una chica muy amable me preguntó si estaba vacunado, si tenía algún síntoma, si había pasado el virus o si me había muerto en algún momento de la pandemia. Le contesté que no, y que volvía a la isla que me vio nacer para recibir mi vacuna. Me ido un papel y me dio tres posibilidades para hacerme la puta PCR. -¿No me la puedes hacer ahora, aquí mismo? -NO-.  

 Salí del aeropuerto y me metí en el bus dirección S´Arenal;  5 euros más tirados a la basura. ¿Y alquilar tu propio avión? Mientras llegaba al Arenal, en mi interior, iba pensando que me encontraría otro Arenal al que había dejado el pasado Abril, no sé, un Arenal más alegre, bonito y luminoso. Al llegar a la parada de la playa y bajar del bus, me encontré con una playa vacía; de nuevo, el gueto desierto y en ruinas -y yo que venía a hacer la temporada y ganar todo el oro-. Luego volví a recordar las pasadas conversaciones con mi padre: «Aquí no hay más que ratas». Sobre las 10 y algo de la mañana me sentaba en la cafetería -sin aire acondicionado- y me pedía otro café y un bocata. A mi lado, una pareja de currantes desayunaban y hablaban de instalaciones de gas y otras cosas súper interesantes. ¿Por qué nunca me metí en el negocio de las instalaciones de cosas?
 Sobre las 11 entraba por la puerta de mi casa y me encontraba a mi padre roncando en la cama; estaba de vuelta en mi hogar. Por la noche me encerré en mi pequeño cuartucho -habitación- y seguí viendo una película que tenía a medias de Roberto Rossellini; ahora estoy pasando por un ciclo de neorrealismo, pero porque siento que todas esas películas hablan de mí. Terminé de ver Stromboli (título del film que está en Filmin), y me puse muy triste. Luego pensé que la peli que había visto era la historia de mi vida. Ingrid Bergman hace de mí, y se casa con un marinero italiano muy macho, luego, obligada, se va a vivir con él a un pequeño pueblo de Mallorca junto a un volcán, y el pueblo está repleto de viejos. La Bergman no sabe qué coño hacer en ese maldito lugar, no encuentra un maldito Starbucks con wifi para mirar Twitter. Durante el film, se pasea sola por el puto pueblo bajo la mirada asesina de todas las viejas vecinas que son unas hijas de puta… Y al final…bueno, qué gran final. Al final me acabo tirando al interior de un volcán.

jueves, 10 de junio de 2021

UN MONTÓN DE MIERDA


Tengo facilidad para escribir un montón de cosas sobre “nada”. 19:15 y mi cabeza ahora mismo es un puto trapo viejo, una lavadora rota cayendo por un vertedero. Ahora mismo soy el divorcio de tus padres, tu puta muela picada, tu última pandemia. Todo esto es un jueves y sigo sin noticias de esa oferta guapa de trabajo; no sé, ese último girito que lo iba a cambiar todo en mi vida. Cuatro años por Madrid y finalmente no he conseguido ese trabajo de guionista en el programa de moda. Al final nunca me llamaron para colaborar como ex-cómico fracasado en ese reality con perros cocinando. Nunca me compraron ese formato de serie con enanos gitanos que se casan, o famosos en la cárcel, o el otro formato que tenía en el que personas ciegas aprendían a tatuar. Pues eso, que Madrid se queda sin mis brillantes ideas. Hay gente que me sigue preguntando qué pasó con el último piloto (aquello raro que hicimos). Tengo la sensación de que siempre hay un último piloto fracasado del que hay que dar explicaciones. -Pero si quedó muy guay, yo lo vería-. -A mí me tienes ahí si sale, yo quiero ir de invitada-. -Hostia, oye, pero me flipa lo que haces, ¿pero por qué lo haces? -Bueno, tengo que decir que lo intenté vender, lo enseñamos y eso, ¿vale? Y luego no pasó nada, y luego pasaron cosas muy feas. ¿Y qué he aprendido de intentar hacer las cosas bien?.. joder, ahora mismo te diría que nada. Lo que tengo claro es que todo esto es de ellos, mejor no hagas nada, ya lo hacen ellos. 


 19:26 y reconozco que estoy muy en la derrota, muy en la mierda ahora mismo -¿persona o personaje? -No tenía que haber puesto tanto de mí en toda esta mierda-. Esta mañana me han hecho una entrevista y las mismas preguntas han vuelto a caer sobre la mesa: ¿y has pesando en un plan B? ¿No sería mejor morirte ahora mismo y dejarlo bien? -Bueno, esto último no me lo han preguntado, pero podría haber encajado perfectamente-. Luego hemos hablado de los tiempos en los que estaba más creativo, haciendo todas aquellas piezas de vídeo, y ha sido como un puto baño de frustración; pensar en que todo aquello no volverá, «pero tú no te me pongas triste que te doy cuatro hostias». 19:35 y en lo domestico ha sido un buen día; he bajado a hacer una compra al mercadona; he comprado papel de váter, cosas para lavar (ahora que hay que lavar de noche); he comprado hielo (vuelve el café con hielo). También he comprado preparado para paella y mermelada sin azúcar -y me da igual que todo esto te importe una puta mierda, yo he hecho la compra y he vuelto a casa pensando en mil cosas-. Me he puesto a pensar en lo feliz que sería teniendo una silla en un programa de Tele 5, que es algo que siempre ha dicho un amigo: «yo quiero mi silla en Tele 5». Mejor eso a que te toque la lotería.
 Tele 5, esa fabrica de generar horas y horas de “contenido” de gente de dudosa salud mental opinando sobre nada -sobre cualquier tema-; la poderosa barrera de sonido que te lija el cerebro.   Los colaboradores estrella, esa gente deteriorada, todos con los mismos “apaños” de la cirugía estética: la misma nariz, el mismo corte -cicatriz- por detrás de las orejas, misma funda de dientes de dibujos animados sonrientes, los mismos injertos raros de muñecas (a otros les queda bien); pómulos, barbillas, músculos de mentiras y demás cachos Frankenstein bajo los focos del plató del Sálvame de Luxe-tomate-limón-cocaína. Pura magia, puro circo mediatico. «Yo quiero mi silla en Tele 5». Me vienen a buscar a casa por la mañana, me paso el día entero sentando en un plató, me dan de comer, me dan mucho dinero y me dan con un focazo en toda en todo mi pelo falso turco.
Tengo que reconocer que estoy en el “intento de ponerme al día con la cadena”, con «La fabrica de la caca». Vivo en familia y en casa, la cadena está de fondo todo el día. Alguna vez he propuesto (he proponido) poner un poco de Filmin, de vernos un Pasolini, o una de Bergman, pero como que no. Hace unos meses empezó lo de la Hija, el documental; «Contar la verdad para seguir viva». Recuerdo que salí de la habitación arrastrándome hacia la cocina, y cuando pasé por delante de la pantalla algo muy jodido pasó en mi cabeza, me quedé pegado mirando la televisión (como la niña de la película). Luego ,creo recordar que pregunté algo sobre lo que estaba viendo, y luego, no sé como, acabé sentado en el sofá mirando “El documental” (que ahora mismo cualquier cosa puede ser un documental, yo haciendo la compra del Mercadona podría ser un documental). Lo que pasa con cualquier formato que pongan en TeleCaca, es que enseguida te posicionas, coges un bando, es como un partido de fútbol o un partido político de aquellos (cuando nos importaba la política). De repente te ves absorbido por el formato -porque esto son formatos-, no sabes que estás viendo, no va contigo, no te interesa, pero no puedes parar de mirarlo. Tengo la sensación que desde que Antonio David no es colaborador de Tele 5, sale más que nunca (me estaré volviendo loca). Lo que en un principio parecía que iba a ser un mini documental sobre la famosa hija de Rocío Jurado, se ha ido alargando en el tiempo durante estos meses, estirando hasta límites infinitos el morbo y la mierda sobre la vida -nada privada- de la famosa hija. Toda la denuncia y el drama de las
primeras entregas, han pasado a ser otro reality absurdo más (que ya lo sabíamos todo esto) sobre famositos taraditos. Todo obra de la genialidad de Tele5, «La casa de las miserias». Pero tengo que posicionarme, tengo que decir algo ya. -Joder, pues claro que está mal todo lo que cuenta esa chiquilla-; es un testimonio duro y muy jodido. Condeno cualquier tipo de violencia, no me gusta. Pero también me posiciono pensando que esa señora -en ese estado de salud mental- no debería estar contando toda su vida privada de famosa. Y me da igual lo que cobre, que si tiene un yate y cuatro casas gigantes, me da igual. ¿Hay algo de tu vida privada que no vayas a contar? ¿Todo vale por la audiencia? ¿En serio todo esto es para curar heridas? Lo ves, ya lo has conseguido, estoy hablando del show de Truman de la Jurado, una vida en directo. Todos los acontecimientos de una vida que se han convertido en jugosas exclusivas, y lo mismo se hizo con sus hijos, y con los próximos que vengan. Una cámara que lo graba todo desde la cuna. Lo sé, demasiado tele 5, me lo tengo que quitar, estoy en ello.


20:31 y tengo que seguir trabajando en ese nuevo proyecto de serie que nunca venderé, tengo que seguir pensando en cosas creativas que nunca realizaré. Que no pare la máquina de internet, que sigan los likes y las visualizaciones. Vamos a necesitar seguidores hasta para optar a ese puesto de camarera. Eres lo que valen tus likes. No es tiempo para talento, de verdad, intenta hacer otra cosa. Hazte famoso y te harán caso.
Siento que estoy pasando por la etapa más bonita de mi nueva crisis…Voy a intentar pensar en otra cosa.

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lunes, 7 de junio de 2021

EL MEJOR VERANO DE NUESTRAS VIDAS

 En esta nueva etapa de mi vida estoy más animado, como más optimista; ya no me apetece saltar a las vías del tren; ya apenas pienso en prenderme fuego mientras escucho a Wilco muy fuerte mientras lloro -¿pero qué cojones estoy diciendo?-19:45 de la larde, en las noticias hablan del final de la pandemia. Esto ya ha pasado y podemos volver a ser los imbéciles que hemos sido siempre. Es lunes y ha sido como cualquier otro lunes de esos en los que no espero grandes cosas. Cero ofertas de trabajo chachi, cero ofertas para entrar en un proyecto creativo y maravilloso con compañeros de trabajo con sombreros, adictos al café con hielo y fans de Pasolini y Bresson. ¿Y el proyecto de serie ese que estaba haciendo? Pues eso. Se intentó y me dijeron que me podía volver a mi puta casa, que aquí las series ya las hacen ellos. Tengo billete de vuelta para la isla y siento que esta es mi última semana por aquí, a la espera de cosas, aún hay tiempo, aún puede pasar cosas. Me siento como Edward Norton en “La última noche”, antes de entrar en el trullo. Joder, pero ha sido un buen año, al menos en lo creativo; he hecho mil cosas -que nadie ha visto-, pero bien, oye, muy contento con todo esto. 20:05 y sigo escribiendo en este extraño diario, este experimento raro que empecé por el 2017. Un puto corta y pega raro de notas mentales y pensamientos sin mucho sentido (a veces sí).

sábado, 5 de junio de 2021

ESTÁS FATAL

 
SÁBADO 5
Todo esto es un sábado y yo estoy fatal. Pequeño resumen de todas las cosas interesantes que he hecho en estos últimos meses: he dormido, he visto un millón de películas antiguas, he escrito otro proyecto de serie (que no venderé jamás), he comido, me he duchado, he echado alguna siesta de más, he paseado por los alrededores, he intentando dominar mis minidramas y depresiones, he tomado litros de café, he leído sobre cosas, he mirado Twitter, he enviado mails ofreciendo mis proyectos, me he drogado (pero eso fue una vez), me he chutado insulina, he tomado mis pastillas, he seguido escribiendo cosas raras (este diario), y he hecho mil cosas más. Tengo 45 años y siento que estoy en el mejor momento de mi carrera artística para volver a mi isla y ponerme de nuevo a trabajar en la cocina de un hotel.
Hace unos días volví a hablar con mi padre: «¿cómo va todo por ahí?». «Por aquí todo es una mierda, pero se van abriendo algunos hoteles, va a ver temporada este año. ¿Tú qué vas a hacer? -Después de esa llamada miré un vuelo para volver a la isla. Así que este es el plan: volver a vivir una temperada en un pequeño cuartucho con una cama e intentar hacer la temporada de verano encerrado en un hotel (aquí va el material de nueva película). No, joder, ahora en serio…No sé qué cojones estoy diciendo. 19:32 y hace un día de mierda sobre Móstoles. Ruido de fondo, una ambulancia, lluvia. He dormido una siesta que flipas y luego he salido por la puerta para ir hasta el Mcdonalds (son días así). He convertido en Mcdonalds en mi nueva improvisada oficina en la que paso muchas tardes leyendo, o escribiendo mis cosa con mi ordenador; muchas veces solo, con los trabajadores mirándome, pensando qué cojones debo estar haciendo con todo mi tiempo libre. 19:35. Corto por aquí.