martes, 2 de enero de 2024

EN ALGÚN MOMENTO DEBERÍA PASAR ALGO BUENO


 Para poner todo esto en contexto. Fui un niño de los ochenta criado por una pareja muy normal que había tenido dos niños; se habían casado, habían comprado una casa, tenían un coche, los dos trabajaban en los hoteles, y en sus vacaciones pasaban sus días de descanso en Jaén y Málaga. En el barrio en el que me crié no había nada, aparte de casas, solares vacíos, terrenos de bosques y vertederos de basura. Descubrí la cultura gracias a los quioscos que me traían los cómics y descubrí el mundo gracias a las películas de los videoclubs. En los años ochenta, una lesbiana era una tortillera, una persona gay era un maricón o un marica, un discapacitado era un subnormal, una persona sintecho era una vagabundo. Al ejercicio se le llamaba aerobig y al running se le llamaba jogging. Una prostituta era una fulana, una puta o una ramera. Las películas eróticas eran verdes y el sexo se descubría a través de las revistas porno; mi madre decía «joder» en vez de «follar». La gente tenía un par de hijos y el tercero solía ser el no deseado. La gente estaba todo el día pegada a la tele, se fumaba demasiado, se bebía demasiado, y los hombres pasaban demasiadas horas metidas en los bares. Nadie leía, o al menos yo no recuerdo ver a nadie de mi entorno con un libro en las manos. El cine no tenía etiquetas: no era ni de culto ni independiente; todo eran películas y todas eran buenas en el momento en el que entraban en tu reproductor de VHS. 


  Teníamos dos canales, y si el sábado por la noche ponían Conan o la Estanquera de Vallecas, esas eran las película que veía todo el mundo. El 123 era el programa de entretenimiento que veíamos todos en familia. La Bola de cristal era el programa de los niños. La música española era una mierda, y si entrabas en cualquier casa y mirabas entre los discos, te encontrabas los mismos de Juan Pardo, Mecano y el de Boney M que ya tenías en tu puta casa. 
 No es que la vida fuese más sencilla y feliz por no tener las cosas que tenemos ahora, simplemente vivíamos de otra manera. Nadie te calentaba la cabeza con sus cuarenta recomendaciones semanales con las 15 series que tenías que ver, o con la nueva peli de culto del momento. Las series que veíamos eran El Equipo A, El coche fantástico y Falcon Crest. Nadie te cancelaba nada y el pensamiento parecía ser más libre. Los spoilers no existían y los expertos en todo tampoco. Tampoco existían los planes; llegabas a casa de alguien y sobre la marcha veías qué hacías, o te quedabas a ver una peli en el sofá con sus padres o salías a dar una vuelta. Los mensajes de texto, los WhatsApp y las redes sociales no existían. Los teléfonos móviles eran ladrillos super modernos que aparecían en las películas y los llevaban los yuppies cuando conducían sus coches rojos descapotables. Schwarzenegger era nuestro ídolo y se pusieron de moda los gimnasios, las clases de karate, las saunas y la ropa deportiva de las marcas Adidas y Nike. Mis primos flipaban con la NBA, con los partidos de los Lakers y los discos de Prince. 

 No sé cuántas miles de veces pudimos llegar a ver las tres primeras pelis de Rambo. Y las bicicletas dejaron de llamarse bicis para ser Mountain bike. 
 El machismo, como tal, como palabra y concepto no existía en el vocabulario de los ochenta. Nadie era machista aunque viviésemos en una de las épocas más machistas que haya existido en este país (¿alguna época no lo ha sido?) «Mi marido me pega» como coletilla, la cantante italiana con sus pechos fuera, el Tele5 de las Mamachicho; era todo tan terrible para los ojos de un niño.  

También fue la época de los primeros anuncios de condones y de los peligros de la cocaína, los anuncios de los accidentes de trafico, el Canal+ y el porno codificado, el programa de Hablemos de sexo y el sida de Magic Johnson… Sí, los años ochenta fueron diferentes… ¿y a adónde quiero llegar con todo esto? Pues ni yo lo tengo  claro… Creo que explico todo esto para dibujar una época en la muchos nos criamos desnudos en un país que aún estaba por hacerse.Para poner todo esto en contexto. Fui un niño de los ochenta criado por una pareja muy normal que habían tenido dos niños, se habían casado, habían comprado una casa, tenían un coche, los dos trabajaban en los hoteles y en sus vacaciones iban a pasar sus días de descanso a Jaén y Málaga. En el barrio en el que me crié no había nada aparte de casas, solares vacíos, terrenos de bosques y vertederos de basura. Descubrí la cultura gracias a los quioscos que me traían los cómics y descubrí el mundo gracias a las películas de los videoclubs. En los años ochenta, una lesbiana era una tortillera, un gay era un maricón o un marica, un discapacitado era un subnormal, una persona sintecho era una vagabundo, al ejercicio se le llamaba aerobig y al running se le llamaba jogging, una prostituta era una fulana, puta o una ramera. Las películas eróticas eran verdes y el sexo se descubría a través de las revistas porno; mi madre decía «joder» en vez de «follar». La gente tenía un par de hijos y el tercero solía ser el no deseado. La gente estaba todo el día pegada a la tele, se fumaba demasiado, se bebía demasiado, y los hombres pasaban demasiadas horas metidas en los bares. Nadie leía, o al menos yo no recuerdo ver a nadie de mi entorno con un libro en las manos. El cine no tenía etiquetas: no era ni de culto ni independiente; todo eran películas y todas eran buenas en el momento en el que entraban en tu reproductor de VHS.Teníamos dos canales, y si el sábado por la noche ponían Conan o la Estanquera de Vallecas, esas eran las película que veía todo el mundo. El 123 era el programa de entretenimiento que veíamos todos en familia. La Bola de cristal era el programa de los niños. La música española era una mierda, y si entrabas en cualquier casa y mirabas entre los discos, te encontrabas los mismos de Juan Pardo, Mecano y el de Boney M que ya tenías en tu puta casa. 
 No es que la vida fuese más sencilla y feliz por no tener las cosas que tenemos ahora, simplemente vivíamos de otra manera. Nadie te calentaba la cabeza con sus cuarenta recomendaciones semanales con las 15 series que tenías que ver, o con la nueva peli de culto del momento. Las series que veíamos eran El Equipo A, El coche fantástico y Falcon Crest. Nadie te cancelaba nada y el pensamiento parecía ser más libre. Los spoilers no existían y los expertos en todo tampoco. Tampoco existían los planes; llegabas a casa de alguien y sobre la marcha veías qué hacías; o te quedabas a ver una peli en el sofá con sus padres o salías a dar una vuelta.
 Los mensajes de texto, los WhatsApp y las redes sociales no existían. Los teléfonos móviles eran ladrillos super modernos que aparecían en las películas y los llevaban los yuppies cuando conducían sus coches rojos descapotables por alguna carretera de los Ángeles.
 Schwarzenegger era nuestro ídolo y se pusieron de moda los gimnasios, las clases de karate, las saunas y la ropa deportiva de las marcas Adidas y Nike. Mis primos flipaban con la NBA, con los partidos de los Lakers y los discos de Prince. No sé cuántas miles de veces pudimos llegar a ver las tres primeras pelis de Rambo. Y las bicicletas dejaron de llamarse bicis para ser Mountain bike. 
 El machismo, como tal, como palabra y concepto no existía en el vocabulario de los ochenta. Nadie era machista, aunque viviésemos en una de las épocas más machistas que ha existido en este país (¿alguna época no lo ha sido?) «Mi marido me pega» como coletilla, la cantante italiana con sus pechos fuera, el Tele5 de las Mamachicho; era todo tan terrible para los ojos de un niño.  También fue la época de los primeros anuncios de condones y de los peligros de la cocaína, los anuncios de los accidentes de trafico, el Canal+ y el porno codificado, el programa de Hablemos de sexo y el sida de Magic Johnson… 

Y  sí, los años ochenta fueron diferentes… ¿y a adónde quiero llegar con todo esto? Pues ni yo lo tengo  claro… Creo que explico todo esto para dibujar una época en la muchos nos criamos desnudos en un país que aún estaba por hacerse.

domingo, 24 de octubre de 2021

POR FIN SOY POSITIVO




Vuelvo de Mallorca, de pasar unos días. Es lunes y de nuevo estoy en Madrid, la vida vuelve y la ciudad está en marcha. Es 11 de octubre y esta semana tengo que hacer un montón de cosas, me siento joven y tengo una carrera artística brillante. Los días en la isla con mi hija parece que me he han cargado las pilas. Sobre las 9 de la mañana llego a casa y estoy tan roto del viaje que me meto en la cama unas horas (el primer vuelo de la mañana siempre me mata, pero es el más barato). Después de unas horas de cama me meto en la ducha y salgo por la puerta para coger un bus en dirección al centro; he quedado con mi novia y vamos a comer en un sitio de esos chulos en los que te sientas en una mesa y te sirven platos ricos (vale, hacía mil años que no iba a un restaurante para adultos). Después de la comida, que estaba todo riquísimo, damos una vuelta por el centro comercial donde hemos comido; ahora estamos en la búsqueda de un gofre y café… pues lo normal, el postrecito de después de habernos comido 5 kilos de pasta con queso y movidas por encima. El gofre para ella, el café sin azúcar y sin vida para mí (sigo siendo diabético, cada día que pasa). Después del intento fallido de encontrar un gofre en buen estado decidimos volver a casa; a una camarera joven que parece que está en su primer día, se le rompe el intento de gofre en la máquina y nos dice que no le queda más masa. Después de esa derrota cogemos un bus de vuelta a casa y nos metemos en la cama para celebrar una gloriosa siesta, una siesta reparadora y de nuevo en pie, a la vuelta de cosas, me tengo que comer Madrid.
Sobre las seis salgo de la cama y mi cabeza parece que haya sido encajada sobre unas placas de una maquinaria de una fabrica (meter aquí más comparaciones con máquinas complejas que no sé para que sirven pero que hemos visto en miles de películas); me arrastro hasta el baño y me miro en el espejo, mi cara sigue siendo la de siempre: mi cara de mierda con mi barba de perro viejo vagabundo. Me siento hecho mierda y me voy a espachurrar en el sofá… Esto sigue siendo un lunes por la tarde… Mi novia me dice que está muy cansada, muy agotada, y que ya no quiere seguir viviendo; me dice que se va a acercar hasta el médico porque se encuentra mal… Yo, mientras, sigo en el sofá, mirando no sé qué de un volcán que se activó hace unas semanas y me lo estaba perdiendo; me pongo al día con todo lo referente al tema: pero qué fenómeno de la naturaleza más sorprendente, pero qué pequeños somos, pero también qué desastre, qué drama, pero joder… mis ojos no pueden parar de apartar la mirada ante semejante espectáculo… pero de verdad, al final no somos nada. No hay forma de apagar ese volcán, ¿cómo se apaga un volcán? Mientras veo el volcán ,me viene a la mente aquella película de Roberto Rossellini con Ingrid Bergman. (Joder, de verdad, deja de relacionarlo todo con putas películas, empieza a vivir la vida de verdad).
 Al volver mi novia del médico, me dice que nos tenemos que hacer unas pruebas de antígenos, porque puede que tengamos esa cosa de la que llevan tiempo hablando por la tele. No sé muy bien de qué me está hablando pero le digo que sí a todo, estoy en la cama muy destruido y todo me parece perfecto. Será un pequeño resfriado. Al día siguiente (esto es un martes) nos acercamos hasta el médico, yo en la cabeza tengo los rodajes del jueves que no puedo cancelar (solo es un pequeño resfriadito). Al entrar en el centro médico todo va muy rápido, no hay que esperar en una interminable cola; pasamos a una sala y entro yo primero para hacerme la prueba. Después de 10 palitos por la nariz, mi cabeza tolera cada vez menos las putas pruebas (meter aquí la imagen de Schwarzenegger en Desafío Total). Esta vez termino literalmente en el suelo, de verdad, joder, lo siento, no soporto esa mierda. «El jueves tengo que grabar mis movidas, así que no puedo dar positivo» -le digo a la enfermera-. Salgo de la sala y me siento para esperar el resultado. Luego pasa mi novia, ella soporta mejor la puta prueba y no hace el ridículo como yo, deslizándose hacia el suelo como una serpiente haciendo break dance en un metro de Nueva York en el año 85. Ahora los dos esperamos el resultado, y en esos minutos hablamos del futuro, de todas las cosas que tenemos que hacer, de que la vida que viene va a ser maravillosa para dos personas brillantes y talentosas como nosotras… No sé exactamente de que hablamos en esos minutos, la verdad. La chica que me ha metido el palito me dice que pase, luego me dice que he dado positivo; en ese momento me voy directo a la secuencia de Breaking bad y a otras mil secuencias que hemos visto en las que al protagonista se le comunica que va a morir en los próximos meses. «¿Pero cómo voy a ser yo positivo?» En ese momento me tiro por el suelo y me pongo a llorar, tienen que venir varios enfermeros para calmarme, me ponen una camisa de fuerza y me chutan una inyección, luego caigo redondo sobre una camilla. (Vale, todo esto no pasó). La médica me dice que tengo que volver a mi puta casa y que tengo que hacer cuarentena. Entonces pienso en Kate Winslet en esa película y  en lo mucho que se muere (¿has visto Contagio?); luego también pienso en Denzel Washington en Philadelphia, cuando tiene la primera reunión en su despacho con Tom Hanks, y la mirada de Washington no para de seguir todo lo que está tocando Hanks… Joder, pero qué escena, y cómo lloro siempre con ella, pero por la puta banda sonora, porque la peli es muy mala… Así que ahora soy positivo, un enfermo de covid, un contagiado, un futuro zombie, un ser apartado de la sociedad, un futuro fiambre, o un futuro superviviente de una pandemia que vivirá con secuelas el resto de sus días; un viajero del futuro con ropas apocalípticas con un viejo abrigo molón que recorrerá un mundo vacío acompañado de un perro muy inteligente que le ayudará a sobrevivir en la peligrosa carretera… vale, paro ya.
Luego entra mi novia en la consulta y a ella le dicen que está negativa de la vida. Así que bien, aquí el puto enfermo soy yo. «Te llamarán estos días para seguir tu evolución, y también te llamarán los rastreadores». (otra vez la Winslet muriendo en esa película). Salimos de la consulta y mi novia me dice que me seguirá queriendo, aunque pierda los brazos, o la vida. Esto es nuevo para nosotros, ahora que estábamos en el final de la pandemia, voy y pillo el virus ese del que hablaban hace unos meses por la tele. Porque joder, la pandemia pasó a otra cosa, ya no toca ese tema, ya está aburrido… Volvió el fútbol, la moda, los conciertos de Taburete y todo lo demás -venga, no me jodas-. Antes de entrar por el portal mi novia me dice: mira la calle, el cielo, la gente y el barrio, que no lo vas a ver en unas semanas. Tampoco me pierdo nada -pienso, mientras esperamos el ascensor-. Otra cosa, estoy infectado con esa mierda, ¿debería subir en ascensor, o  debería hacerme los nueve pisos a pelo?.. Ni de coña. Al volver a casa voy directo a la cama. Ahora que sé que no es un resfriado ni una gripe común, pienso en todas las cosas que me pueden pasar, todo lo que voy a experimentar en mi cuerpo en los próximos días: dolor de cabeza, de cuerpo, falta de aire, perdida del gusto y el olfato, mal gusto para vestir, perdida del cabello (no tengo),  fiebre y muchas horas de sueño.  Mi novia y yo nos hemos metido en la misma habitación y no sé si lo estamos haciendo bien, porque la médica nos ha recomendado separarnos en casa; al estar yo infectado debería aislarme solo en la habitación, y mi novia y su madre que vivan en el resto del piso con sus 28 habitaciones, 30 cuartos de baños, el salón comedor con espacios de juego, piscina, librería, sala de cine más el espacio para el helicóptero (así pasamos todos el confinamiento, ¿te acuerdas? Ahora con los dos encerrados en la habitación, me imagino a su madre, tras la puerta, con un lanzallamas haciendo guardia por si a alguno de los dos se nos ocurre salir de la habitación; y me viene a la mente `La cosa´ de John Carpenter, la nueva no, que es una puta mierda y nunca se tuvo que haber rodado ese puto remake. Luego también pienso en el Expreso de media noche, y en aquella otra película en la que se comían una cucaracha ¿Papillon? Van a ser días muy largos y oscuros, vamos a pasar muchas horas aquí metidos los dos, y lo peor de todo, vas a estar conmigo todo este tiempo.
Ahora soy positivo oficial y tengo que cancelar todas mis citas del jueves. Apenas llevo media hora metido en la habitación y parece que lleve ya dos confinamientos seguidos. ¿Y ahora qué hago? ¿Qué le digo al mundo? ¿Lo hago oficial y comparto una foto mía en mi Instagram, con cara de perro medio muerto, aplastado por una camión, con fiebre, en la cama, diciéndole a toda mi comunidad lo mucho que los quiero y todo eso? De esta saldré más fuerte #todovasalirbien #lavidaeschuli #elmundonoseacabaaquí ¿Cuánta gente que conocemos ha pasado el virus y no se lo ha dicho a nadie? ¿Y si me convierto en una voz para los próximos que lleguen, un guía, un faro? ¿Será bueno para mi currículum? -Venga, joder, pues voy y lo comparto, así también seguro que recibo un montón de mensajes de ánimo de toda la gente que me sigue y que me quiere. «Se vienen cositas: soy positivo en covid» -Escribo en Twitter-. Y empiezo a recibir respuestas: «jajaja, al final eres positivo en algo». «Nievas,¿cuándo te mueres? Puto pesado». «Ahora que no está de moda, vas y lo pillas». Pues a lo mejor no ha sido buena idea compartir mi estado en las redes sociales. Luego también pienso en que no debería hacer humor con un virus que se ha llevado a tanta gente, ni con la diabetes. Luego por Twitter alguien se ríe de mí y me llama tonto por haberme vacunado. Luego pienso en cómo habría pasado esta mierda siendo diabético, señor de 45 años de riesgo, sin haberme vacunado, ahí seguramente sí que nos habríamos reído un rato.
 La primera noche con el virus en el cuerpo, me pongo a pensar en cómo cojones lo he podido pillar, y me pongo a repasar mis días en la isla ; luego recuerdo que estando con mi padre en su casa, mi padre había estado resfriado, y que no paraba de repetir lo mucho que estaba resfriado, y no paraba de estornudar; en mi cara, por toda la casa, encima de mi comida, en el interior de la nevera (vale, para ya). Así que mi padre tiene la culpa de todo, bien, ya tenemos a un culpable.
A la mañana siguiente recibo una llamada de uno de los rastreadores oficiales con su placa, su diploma o lo que sea que te convierta en «Rastreador oficial de la COVID 2021». Me pregunta cómo estoy y luego me pregunta cómo he llegado hasta aquí, y cuáles han sido mis últimos movimientos. A esa pregunta compleja se lo suelto todo, desde mi días de niño gordito a mis años en en los que pensaba que me moriría siendo virgen; pasando por mi idea de formar una banda de electro pop oscuro; mis años trabajando en hoteles y mis días de Youtube, y yo me suelto, y me siento cómodo contándole mi vida a un desconocido, pero porque no tengo nada mejor que hacer. Luego noto que no le está interesando nada de lo que le estoy contando, y joder, me dice que vaya al puto grano: -¿que has hecho en estos últimos días?
 Pues la semana pasada estuve pasando unos días en Mallorca, y fui con mi hija al cine a ver Dune, que la peli no está nada mal, y es verdad que en pantalla grande se disfruta mucho, y que si las cifras van bien en su estreno en China y Estados Unidos, rodarán una segunda parte, pero que no las tenemos todas con nosotros. En la sala nadie iba con la mascarilla puesta, y la gente estaba más pendiente en sus palomitas y sus refrescos que en la película. También he cogido autobuses de Palma hasta el Arenal, con un conductor de la EMT que no llevaba la mascarilla, imagino que porque el virus no iba con él. He estado en lugares repletos de gente en los que parecía que ya no había un mañana, ni pandemias ni pollas; he desayunado café con tostadas en la plaza del pueblo de Soller, con miles de señores alemanes setentones inmortales (todos imagino que vacunados), comiéndose la vida, riendo y montando en bicicleta por el centro del pueblo; he estado caminando por mi barrio del Arenal, y he acariciado a un gato antes de hacer una compra en el Mercadona,  y he desayunado en el interior de un bar en el que nadie, ni las camareras, iban con la mascarilla puesta. He cenado pizza en un restaurante lleno de gente con mucha hambre, he cogido el coche de mi padre y me he movido por toda la ciudad, y he estado en contacto con miles de personas, pero sí, creo que es más fácil echarle la culpa a mi padre.
 Así que los siguientes días paso el virus entre sudores, mal de cuerpo y mucho Filmin, Netflix y otras plataformas a las que estoy suscrito por encima de mis posibilidades. Y en esos días me reencuentro con el cine, sobre todo el clásico, y  por ver alguna cosa nueva, a mí novia le pongo la nueva de M. Night Shyamalan -que sé escribir su nombre si lo corto y lo pego del Google-, y me dice que la peli es una puta mierda, y casi me cuesta un divorcio, pero luego pienso que no estamos casados. ¿Cuántas parejas habrán roto por culpa de ese Shymalan?
Ahora llevo ya dos semanas encerrado y siento que estoy mejor… de verdad… sé que no hay mucha diferencia del mí «yo malo» al mí «Hola, estoy sano». Ahora espero que me den el alta y en cualquier momento me dejarán salir, y volveré a hacer un millón de cosas. Sé fuerte, sé siempre tú. (No sé qué mierda estoy diciendo con esto…) Mucho ánimo a todos. 


PAYPAL: elnieblas@gmail.com

domingo, 22 de agosto de 2021

MI VIDA DIGITAL

Mi vida digital

No sabría ponerle fecha al momento exacto, debió ser a principios del 2008, ¿febrero, marzo? Entré en la caseta -caracola- de la productora que estaba situada en el parking de la televisión. Al abrir la puerta me encontré con un compañero sentando delante del ordenador, y a otra compañera, de pie, mirando también la pantalla; el compañero acababa de abrirse una cuenta en esa nueva red social llamada Facebook… Pero antes de ese día, ¿había oído hablar ya de Facebook, o me estoy inventando este dato?.. Recuerdo a mi compañero de la productora rellenando sus datos personales en Facebook, subiendo su foto de perfil, fascinado por aquella nueva “herramienta” que acababa de aparecer… Ahora, echando la vista atrás, aquel momento vivido queda en mi memoria como el recuerdo del inicio del fin de todo, y todo lo que vendría después lo cambiaría todo.
Ahora retrocedo unos meses: en otro punto del 2007 estoy trabajando en otra productora y estoy de pie, delante del ordenador de mi jefa. Ella me ha preguntado cómo le puede enseñar a sus amigos un montón de fotos que tiene de ella; fotos personales, de vacaciones, de fiestas con sus amigos. Le digo que puede enviar esas fotos por mail, pero eso a ella le parece un coñazo. Luego le digo que lo que puede hacer es abrirse un blog y subir todas las fotos, y luego pasarle en enlace a sus amistades. Pero aquella opción tampoco le parece muy atractiva. Al final no sé qué hizo, la dejé delante de su ordenador y seguí con mi trabajo. Y si retrocedo un poco más, me voy a mediados de los 2000, y mis primos que tenían un bar, decidieron poner un par de ordenadores para los clientes «para conectarse a la red», y todo esto cuando aún no existía nada, ni Facebook, ni Youtube. El mundo aún era limpio, puro e ingenuo.   
 Recuerdo meterme en aquellos ordenadores para entrar en el buscador y meterme en alguna pagina web de arte, ¿el buscador era Yahoo!? El fenómeno fue creciendo y aquello parecía que no iba a parar… Aquella nueva moda no tenía nada que ver con -tener un ordenador en casa para jugar a juegos y ya está-. Internet era otra cosa, algo más grande que aún no sabíamos muy bien para qué era, todo era nuevo y estaba creciendo a mucha velocidad.
«¿Y antes de internet qué hacíais?» Pero qué gran pregunta. Antes de la llegada de aquellos ordenadores al bar de mis primos, recuerdo que hacíamos cenas en mi antiguo piso: venían los amigos, traían una botella de vino y nos sentábamos en nuestra pequeña mesa del salón y cenábamos, hablamos mucho, nos reíamos y nos preguntábamos entre nosotros cómo había ido la semana; nos poníamos al día de nuestras cosas. En aquellas cenas de los primeros 2000 no hablamos de redes sociales, o de series de Netflix o HBO; en aquellas cenas hablábamos de películas, libros, sobre la situación política del país (unos más que otros), hablábamos de nuestros trabajos y de lo nuevos proyectos que queríamos poner en marcha. Y sobre todo, nos interesamos por la persona que teníamos a nuestro lado y escuchamos lo que nos tenía que decir. Más o menos todos íbamos en la misma dirección: una relación en pareja, una casa, un coche, un mascota asesina, una vida laboral, unos ahorros para viajar de vez en cuando, y sí, el mundo era otro.
Con la llegada de Facebook nos enganchamos a la vida de los demás; de repente, la vida de los «demás» parecía más interesante que la nuestra. Empezamos a mirar qué amigos tenían nuestros amigos, y empezamos a hacernos amigos de gente que -no conocíamos de nada-, por la simple razón de tener muchos amigos en aquella nueva red social. Mi generación pasó de Tuenti (aquello era para la gente joven, ¿no?) También tuve mi cuenta de Myspace, pero creo que nadie entendió muy bien para qué diablos era Myspace.
Una mañana entré en mi Facebook y un conocido mío compartió en su muro: «acabo de entrar en esta mierda antes de mirar mi correo electrónico». Aquella frase se me quedó grabada, no sé por qué. Fueron momentos de cambios… En el 2009 estábamos más pendientes del muro de Facebook que de nuestras propias vidas. Ya no existía esa persona sin su cuenta de Facebook. Compartíamos nuestros pensamientos todo el día, subíamos nuestras fotos personales, rellenábamos cuestionarios sobre nuestras preferencias, nos enganchamos a los -qué personaje eres de Friends según tu perfil, a los juegos online y mil mierdas por el estilo-.  
 Facebook empezó a controlar nuestras cabezas. Rellenamos todos aquellos formularios (aún lo hacemos) sin leer lo que estábamos a punto de firmar. Las condiciones legales de la aplicación: dime tu nombre completo, quién eres, dónde vives, tu número de teléfono… absolutamente todo.
Cuando apareció Youtube yo fui de los primeros en experimentar con la aplicación, subiendo mis vídeos  de humor, mis cortometrajes. Todo eso sin esperar nada a cambio, sin la obsesión actual del -que me vean todo el tiempo-. En el 2006 Youtube era un bebé y no existían los youtubers, el termino «viral» no existía y el mundo digital era más tranquilo… El algún punto entre el 2008 y 2012 todo se digitalizó: cualquier tramite, cualquier movimiento o consulta, todo lo empezamos a hacer a través de internet. Comprar un billete de avión, mirar el horario del cine, escuchar música, o leer las noticias a través de los periódicos digitales.   Por el 2011 llegó a mis manos un móvil con internet, y a partir de ahí la cosa fue a peor (o mejor, yo qué sé). Pasamos de correr para volver a casa para pegarnos al ordenador, a tener todas nuestras redes en las manso desde nuestros móviles -cada vez más pequeños-, luego se hicieron más grandes. Va por modas.
En el 2010 apareció Instagram y en el 2012 compartía mi primera foto. Cómo hemos pasado del subir al «compartir». Términos que se fueron integrando en nuestro vocabulario. Instagram apareció como una aplicación rara y pequeñita que servia para subir fotos con unos filtros muy «cool», que convertían las imágenes en fotos antiguas, retro, de los 60. Instagram hizo creer a todo el mundo que era un experto fotógrafo de galería de arte… Luego la aplicación se hizo más grande y se convirtió en otra cosa.
Likes, Me gusta, compartir, viral, viralidad, “para que me vean”, influencer, famosos de internet, vídeo viral de Youtube, «petarlo en internet para petarlo en el mundo». Patrocinadores, el partner, la marca, impacto en redes, community manager, presencia, linkedin, nuevos gestores de contenido «el contenido», social manager, visual thinking, creadores de contenido, reproducciones, retuits, interacciones… y el mundo se fue a la mierda… Y en algún punto de todo esto, nuestra paciencia y atención, nuestro modo de recibir, percibir, gestionar la información, comunicarnos, empatizar, valorar las cosas y consumir, transmutó a otra cosa. Facebook se quedó para siempre y se convirtió en nuestro día a día, en nuestra forma de comunicarnos con los otros. Facebook fue la primera red social “para todo el mundo”, el Big Mac de las redes sociales; en la que están tú tía, tus primos, tus amigos casados y divorciados, tus ex, tus padres, y aquel jefe que tuviste hace años que era un hijo de puta.
 ¿Y cuándo se fue todo a la puta mierda? Se fue todo a la puta mierda en el momento en que pasamos más tiempo dentro de todas esas aplicaciones que en nuestras propias vidas. Cuando perdemos más tiempo en pensar en todo lo que «compartimos» para buscar el like, una aceptación en un mundo digital  en el que nos ven miles de personas que no conocemos de nada, y posiblemente, en el mundo real no sería nuestros amigos, nos caerían mal. ¿Por qué me afecta una crítica sobre mi trabajo hecha por una persona que no conozco de nada? Posiblemente hecha por una persona que normalmente no haga nada, ni sea creativa, y lo único que hace es estar delante de sus pantallas criticando lo que hacen los demás. ¿Y en qué momento he empezado a pensar así y me preocupo por lo que los demás puedan pensar sobre lo que comparto en mis redes? Llegó un momento en el que todo lo que empezamos a compartir tenía que pasar por unas “valoraciones”, y si lo compartido no gustaba lo eliminábamos para no dejar rastro de nuestro fracaso.
Todo es «contenido», tú eres contenido, me gusta tu contenido. Desde el momento que te levantas y subes tu primera foto, story a tu Instagram, tuit, comentas algo o compartes algo en Facebook, eres parte de ese «contenido». Hemos pasado de los creadores, artistas, escritores, actores, editores  , pintores, músicos, fotógrafos, periodistas, cineastas, a ser todos creadores de contenido. Picasso ahora también sería creador de contenido y se pasaría sus días metido en Instagram, buscando la aprobación de sus seguidores sobre sus nuevas pinturas. ¿Te imaginas?
 Y el algún punto de todo esto perdimos la objetividad y el sentido de las cosas. ¿Realmente vale la pena pasarse todo el día expuesto en nuestras redes sociales? ¿Para qué, y a cambio de qué? -Me gusta lo que haces, me gustas por todo lo que compartes, eres muy ingenioso, envidio tu estilo de vida, seguro que eres una persona super interesante por todas las cosas que subes y que compartes… Yo quiero tener su vida porque se pasa todo el día de fiesta, le regalan cosas, está siempre de vacaciones, subiendo sus increíbles fotos desde playas maravillosas y piscinas, rodeado de gente famosa y genial-. «Que me vean todo el tiempo haciendo mil cosas, aunque en realidad no haga nada». De verdad, ¿vale la pena todo esto?
Y vuelvo otra vez al viejo mundo, a aquellos días en los que leíamos en la cama, o alquilábamos un par de películas y las veíamos el mismo día; o cuando nos metíamos en una sala de cine sin llevar un móvil en el bolsillo; cuando aún teníamos concentración y paciencia para hacer cosas. ¿Alguien se acuerda de todo eso? ¿Cómo vamos a volver a centrarnos en algo que pase en la vida real si estamos todo el día pendientes de -quién me ha visto, qué habrán comentado sobre mi última publicación, o quién me habrá dejado de seguir-.
Todos somos figuras públicas o personajes públicos. ¿Qué coño quiere decir eso? Cualquier persona: tu primo, tu tía de Valencia, aquella jefa de mierda que tuviste hace unos años y te hizo la vida imposible. Ahora cualquier persona se puede abrir una cuenta en una red social y poner en su biografía que es un personaje público; me he dado mí mismo el título de personaje público porque he subido mil fotos mías a las redes desde mi sofá. No soy nadie pero necesito ser una figura pública, como cualquier famoso, como un actor o una presentadora de la televisión.
 Y ahora que pasamos más tiempo delante de nuestras pantallas, ya no hace falta quedar en el mundo real con los amigos, ¿de qué vamos a hablar con ellos si ya lo sabemos todo a través de las malditas redes? Sé todo lo que hicieron ayer, lo que cenaron y lo que vieron luego en Netflix, sé con quién han cortado y con quién han empezado a salir; sé dónde han estado de vacaciones y si han estado a gusto en el hotel.
«Se viene cositas» y todo el mundo parece que lo esté petando siempre en su vida profesional. ¿Os imagináis a alguien en sus redes sociales diciendo que está en la puta mierda, desesperado y que busca empleo desde hace tiempo?..Bueno, ese sería yo. ¿Os imagináis un mundo digital en el que las personas de verdad compartieran sus verdaderos pensamientos y preocupaciones, sin estar todo el día pendientes de sus ombligos? Yo, yo, y luego también yo…
Lo peor que ha dado todo este nuevo mundo -refugio- digital es la necesidad de estar opinando todo el día. En esta nueva era digital todo el nudo tiene su «opinión sobre el tema». O te posicionas o mueres, o dices qué piensas o no existes. Da igual el tema, da igual que sea una pandemia mundial, la liga de fútbol o un conflicto en un país del que no has oido hablar en tu vida. Internet crea opinadores. Internet le da voz al tonto nervioso que se ha enfadado porque no entiende lo que pasa a su alrededor, lo estamos viendo en estos últimos tiempos con esa cosa llamada pandemia mundial. Cualquier pensamiento es valido, cualquier opinión, cualquier tesis o estudio. Si está en un blog, en el muro de Facebook de tu prima, o en un web que se ha auto proclamado «oficial», tendrá la misma validez que cualquier otro medio… Y a esto hemos llegado. Ya no es necesario estudiar una carrera, ya no hace falta ser periodista o matemático, o estudiar un montón de años sobre ciencia para opinar sobre partículas elementales, nanotecnologia puntera o sobre los misterios del universo. Manuel, que trabaja de camarero en un bar de barrio, también tiene una teoría sobre lo que está pasando y no para de compartir sus pensamientos en su muro de Facebook, y recibe muchos comentarios. Manuel no sabe de qué cojones está hablando, pero cada vez se va creciendo más y se siente más importante. Manuel es camarero y experto en cualquier materia.

sábado, 7 de agosto de 2021

7 DE AGOSTO


«Si lo deseas mucho, pasará» -y otras frases de mierda que me vienen a la cabeza. Son las 15:47 de este maravilloso día de calor en Madrid, pero se está bien con todo cerrado… Antes, hace unos años, en mi cabeza balear pensaba que si abría las ventanas estaría mejor; pero Madrid no es Mallorca ,y mejor que lo tengas todo cerrado. Esto es un sábado y ya he estado en otros, ya sé cómo son. La  agenda que tenía para hoy estaba a tope de planes: desayunar café con tostadas, una ducha, fregar la cocina y barrer el suelo; y luego bajar al Mercadona a por cuatro cosas. Ya he hecho todas esas tareas, ahora el resto del día debería ocuparlo en escribir cosas geniales y sentir que estoy haciendo algo con todo mi tiempo y mi espacio mental. Mientras volvía de la compra, me he puesto a pensar en todas las cosas que hice hace unas semanas en mi último salto a la isla; si hace unos años mis saltos eran a Madrid, ahora lo son la isla. En esos días me vacuné dos veces, seguí escribiendo, pensé en mil cosas que me habían pasado en estos últimos años, pude pasar muchos días con mi hija y, jugamos a la play, vimos películas, comimos hamburguesas y pizza. También di muchas vueltas por mi viejo barrio (pueblo) mientras no paraba de analizarlo todo: ¿la zona siempre había estado tan destruida, o era una sensación mía? No había ningún tipo de atractivo por el que una persona -más o menos normal- querría quedarse atrapado en un lugar así. En esos días también me metí en el mar un par de veces (pero qué poco amante eres de la playa). 16:15 Twitter. Siento que me estoy perdiendo cualquier polémica sobre el fútbol (pero porque no me interesa nada), Los juegos olímpicos (un poco más o menos lo mismo), todos los programas de cocina con famosos, y el otro con “famosos” que salen del interior de unos bichos muy feos, y las dos pelis que todo el mundo ya ha visto (por Torrent).

domingo, 1 de agosto de 2021

AGOSTO

 
Ya he estado en otros agostos, ya sé cómo son, ya sé lo que pasa por estas fechas. Es 1 y es domingo, «hoy empieza todo» -no sé qué he querido decir con esto-. Aún con todo lo malo creo que está siendo un buen año, para lo creativo, para crear y guardar. 16:50 y ayer bajaron un poco las temperaturas y, una agradable brisa (nada mediterránea) se cuela por la puerta de la terraza y me da en toda la cara. Café con leche, libro sobre la mesa y la tele apagada (cómo mejor está).  Siempre que veo las noticias tengo la sensación de que hay mil realidades diferentes: por un lado, el fin de la pandemia y la vuelta de todo: del turismo, la fiesta, las cañas en la terrazas, la playa y los deportes en la tele. Y por el otro lado sigue siendo el fin del mundo, todo se va a la mierda, la quinta ola, nos vamos a morir todos, mejor quédate en casa hasta que todo esto termine. Así que de verdad, no sé con cuál telediario quedarme. 16:55 y han pasado 5 minutos desde que he empezado con toda esta tontería. Mañana lunes deberían pasar un montón de cosas «chulas» y cuántos años llevo escribiendo esto mismo: lunes y empieza todo, pasan cosas maravillosas y se pone de nuevo todo en marcha. Luego pasa otra semana y siento que sigo el mismo punto muerto, pero con más miserias y deudas acumuladas… Esto sigue siendo un domingo y siempre que abro el diario lo hago pensando que es para poner mi cabeza en orden; conectar los cuatro cables que tengo fundidos, pensar en mis cosas y crear nuevos frentes creativos. 16:58 y corto por aquí.

domingo, 25 de julio de 2021

TODO TU LOST

 

 

Y estoy haciendo pollo al horno, y puede que sea lo más interesante que vaya a hacer hoy… En estos días anteriores he vuelto a ver algunos capítulos de la primera temporada de LOST. Mi novia no había visto la serie, yo sí. He visto LOST, y hasta diría que dos veces, la temporada entera. Es interesante ver de nuevo la serie con alguien que no ha visto la serie; conoce a algunos personajes (normal, cultura popular), por el momento sabe que una gente muy guapa se ha estrellado en una isla y pasan movidas… Perdidos fueron 6 temporadas emitidas entre el 2004 y el 2010 -joder, éramos unos niños-. Mientras veo de nuevo la serie con mi novia, ella me pregunta qué pasa a continuación, y por qué ese tipo sabe cosas y esto y lo otro, y joder, yo no sé qué contestar. Le digo que se deje llevar, que entre en la serie -en la isla- y que disfrute. Vale, pasan muchas movidas: hay un oso polar que no sabes de dónde sale; luego el viento ese raro que mueve las plantas y emite un sonido monstruoso -y yo qué sé-. Luego aparece más gente en la isla, y la isla se mueve, y pasan más movidas; que temporada tras temporada nadie explica, ni se resuelve nada (o al menos tengo ese recuerdo), y me parece fantástico. ¿Por qué siempre hay que explicarlo todo y enseñarlo todo? Méteme cosas en la cabeza y deja que me monte mi propia peli de lo que creo que puede estar pasando en la isla con esos personajes tan chulos. ¿Y realmente, de que diablos va LOST? Pues no lo sé, ni quiero saberlo, la verdad, no me apetece… «es que al final nos la colaron y estaban todos muertos desde el principio» Pero es que eso tampoco queda claro, ni se llega a explicar del todo ¿no? Ya digo que tiro de recuerdos y por eso estoy disfrutando de volver a ver la serie. Yo entiendo que murieron todos en el accidente, de hecho, en los primeros episodios lo comentan varias veces :«¿y si estamos todos muertos?» Luego la isla produce milagros: el señor calvo en silla de ruedas que de repente puede caminar, la señora negra que se cura de su cáncer, el padre del protagonista que sale de su ataúd y se pasea por la selva en traje. Es que lo más lógico es que hayan estado todos muertos desde el principio, pero insisto, para mí todo eso es lo de menos; deja que me lo pase bien con el show, con todo lo que me están contando; dadme osos polares y gente rara en búnkers metiendo códigos en ordenadores. Con lo años, me vienen buenos recuerdos de muchos episodios que me recuerdan al `Planeta de los simios´, y recuerdo que había un submarino, y en un episodio, el chico gordo mencionaba que iba a escribir el guion del Imperio contraataca. Pero qué maravillas más ingeniosas nos mostró esta serie tan loca. ¿Realmente los guionistas y sus creadores tenían un plan perfectamente cerrado, estructurado y pensando al milímetro? Pienso que ni de coña. Pienso que empezaron bien, con una idea, con una primera temporada con unas bases y unas “reglas” más o menos ordenadas, y luego todo se hizo grande, explotó y se les fue de las manos. «Estirar, especular y alargar la formula hasta que no podamos más». Esto debió pasar con la serie, y pasa con muchas otras series que acaban funcionando y las estiran, porque se convierten en fabricas de hacer muchos billetes de 500. ¿Qué sentido tiene seguir viendo a los niños -ya adultos- de Stranger Things montados en sus bicicletas, como putos subnormales, dando vueltas por el pueblo buscando nuevos misterios en el bosque? Es ridículo. Y lo bien que se cerró Breaking Bad (¿la mejor serie de la historia hasta el momento?) Y el coñazo soporífero que me parecen Juegos de Tronos y The Wire… Volviendo a LOST, hay que añadir que también fue la primera serie de internet; la primera serie comentada en Twitter donde todo el mundo daba su opinión y tenía sus teorías sobre todo -expertos en LOST antes de la pandemia-. En estos días seguiré viendo la serie, disfrutando de nuevo con ella, con sus flashback y flashforward, con sus trucos y trampas, misterios y tipos guapos perfectamente iluminados en sus primeros planos, con esos ojos tan grandes y brillantes. No sé si llegaré hasta el final otra vez, lo intentaré, por el momento me parece el mejor plan para pasar estos días de verano pandemico.

miércoles, 21 de julio de 2021

DIARIO DE VERANO (POR DECIR ALGO)


Tengo la sensación de que siempre que me pongo a escribir termino viendo a una mosca encima de la mesa, como con la intención de decirme algo…19:10 y con la sensación de fin de verano, ya está, ya lo he dado todo. Tengo que decir que después de la segunda dosis de la vacuna, he sentido una ligera molestia en el brazo y algo de cansancio -que tampoco sé si es por la vacuna porque últimamente me siento agotado-; por el momento de la cabeza sigo igual de fatal, sigo siendo pobre, mis expectativas laborales y de ganar dinero son de pena… Y si en algún momento pasa algo y se gira algo en los acontecimientos y empiezo a tener un poco de suerte, os aseguro que mi comedia seguirá  siendo igual de triste y deprimente, porque llevo tantos años de fracasos acumulados que me dedicaré a hablar de ellos…19:16 y en este ejercicio de llevar años escribiendo he aprendido que no tengo ni puta idea de escribir, y temo que va a seguir siendo así. Pero porque en clase no atendía y era un puto niño gilipollas con la cabeza agachada que no paraba de hacer dibujos en los libro; pero para eso eran los libros, ¿no? Para dibujar en ellos.
 20:32 y me pongo a recordar lo que pasó anoche: de nuevo, otro momento de pesadilla; me mentí en la cama con la intención de ver algo en el ordenador… Después de las pasadas experiencias de estos pasados días, ahora tengo la ventana del cuartucho cerrada; seguí viendo una peli que tenía a medias (cine triste del neorrealismo) y de nuevo volvieron los ruidos, como escarbando. Me levanté y me aseguré de que la ventana seguía cerrada; al encender la luz vi que varias cucarachas trepaban por el cristal de la pequeña ventana y resbalaban y se caían todo el tiempo en su intento de entrar dentro. Fue un momento de pesadilla y me sentí como en una peli zombie, -pero qué puto asco, joder-. 20:45 y me voy a volver a dar otra ducha del asco que me ha vuelto a dar ahora mismo…Una vez que apagué la luz, las cucas dejaron de intentar entrar.

martes, 20 de julio de 2021

LA SEGUNDA



Segunda dosis de la vacuna puesta y me pongo a escribir, esperando alguna reacción… pero también por compartir mi experiencia con vosotros… Después del pinchazo le he preguntado a la enfermera que me podría pasar, si este iba a ser mi final y si debería limpiar todo el historial del ordenador; me ha dicho que no tenía porque pasarme nada, pero que me podía tomar un paracetamol por precaución. Luego también me ha dicho que dejara el porno aparcado durante un tiempo y que empezase a coger las riendas de mi vida, y que al final no es oro todo lo que reluce y que muchos otros artistas también comieron mierda hasta el final de sus vidas… Luego he salido de la consulta y me he metido en el coche con mi padre, que me ha vuelto a acompañar. La vacuna contra la covid une a los hijos…De vuelta a casa, durante casi todo el trayecto mi padre ha conducido casi a 40 con la segunda marcha puesta y he sufrido todo el tiempo por el coche. Casi nos hemos comido cuatro aceras, un ciclista, dos edificios y un señor de una obra. Luego he pensando en lo mal que conduce mi padre y en lo señor mayor que está…Cuando hemos entrando en la autopista he fantaseado con la idea de que mi padre pegara un volantazo para acabar en el carril contrario y acabar estampándonos contra un camión gigante y así, ponerle fin a nuestras vidas…pero eso no ha pasado. Al volver a casa mi padre me ha dejado en la puerta y él se ha marchado al mercadona. Al entrar en casa me he tirado en la cama, como esperando una reacción de algo, pero nada…Luego he cogido el ordenador y me he metido en el bar (oficina) sin aire acondicionado; me he pedido un café con leche con hielo y me he sentado en una mesa -como suelo hacer-. En el hilo musical sonaba esa canción de Ace Of Base, que he tenido que ir al Shazam porque no me acordaba del nombre de esa gente. Luego me he puesto a pensar en los años que tiene la puta canción y que no hicieron nada más, ¿no? Ahora deben de ser señoras mayores que pasan todo el día en sus piscinas de oro nadando en los billetes que sigue generando el único hit que hicieron en los 90. Ahora son las 17:05 de este maravilloso día de playa en la isla de Mallorca. El hilo retro sigue sonando de fondo, y ya no diferencio entre Madonna o Cher; los 80 y 90 fueron una puta mierda.
 Con la segunda dosis puesta me he puesto a pensar de nuevo en la pandemia y en todos los hoteles de la zona que siguen cerrados… Luego también he pesando en todas las cosas que nos ha traído esta crisis: los negacionistas y los auto proclamados expertos en pandemias -cosa que me sigue produciendo risa y miedo… Conozco a gente que niega la existencia del virus y, en un «corta y pega» de frases de internet, intentan convencerte con sus argumentos de ciencia ficción y Miguel Bosé que todo es una gran mentira orquestada por las grandes corporaciones para tenernos a todos controlados…De verdad que tiene que ser tentandor ser tan gilipollas…Un día te vuelves loco y te cagas en la cama y te comes tu propia mierda, y te preguntas : «joder, ¿en qué momento me he vuelto tan puto loco?» Algo así decían en Seven (gran película). Ahora son las 17:18 y siento que se hace tarde, al menos para mí, pero porque tengo la sensación de que ya llego tarde a todo…Voy cortar por aquí y voy a intentar hacer otra cosa que no sea seguir escribiendo cosas raras.

domingo, 18 de julio de 2021

SU DOMINGO, GRACIAS


Todo esto es un domingo y me dicen que en Madrid no se puede estar por el calor (la calor). 15:17 desde el interior de mi pequeño cuartucho con vistas a una depresión… Tiene pinta de que va a ser otro maravilloso domingo de hacer un montón de cosas… En el sofá, mi padre ronca con telepromociones de fondo, con esas locuciones que te entran ganas de beber lejía. En algún momento debería meterme en la cocina para ver qué como; podría hacerme una paella, o algo muy exquisito que me lleve horas…hoy no va a ser. Cualquier día de estos no te das cuenta y de repente te ves comiendo cualquier cosa de pie en la cocina. 15:21 y en estos días sigo por el Arenal (mi gueto), «mi madre matria». Joder, no había visto el corte de Yolanda Díaz y lo acabo de encontrar por Twitter. Más que indignación me ha dado risa. Si ya nos cuesta hablar el castellano, si ya nos cuesta escribir (yo con mis mil falta de ortografía); imaginad un futuro de tarados disléxicos hablando un castellano aun más raro del que ya tenemos -y la dijo-.
Vale, siento que estoy pasando por la etapa más creativa de mi vida; también la más pobre. Siento que he tenido un año de lo más productivo. Mola porque ya doy el año por terminado y perdido. Me pasa cada año, la misma puta sensación de perdición y desorientación: cuando todo el mundo está de vacaciones yo estoy en ninguna parte. Llevo semanas encerrado en casa de mi padre. Que se está bien aquí, si tu propósito es hundirte y acabar tirándote por el puente, has llegado al lugar perfecto. Amor y odio por el lugar, por la zona… Hace unos días, pasando con el coche por la carretera que da al puente, iba conduciendo despacio para estar atento de las cosas que me iba encontrando. A punto de parar el coche en un semáforo, pude oír a un niño decirle a su madre: «¿es verdad que se suicida mucha gente en el puente?» La madre contestó que sí y yo seguí con mi ruta. En estos días he buscando información en los periódicos digitales y he encontrado noticias de personas que se han lanzando desde ese “famoso puente” (Torrent del Jueus). Esto me lleva a pensar en el famoso Viaducto de Madrid, también conocido como “el puente de los suicidas”. Vale, no es un tema muy alegre, lo sé. Sé que tampoco ayuda nada el atracón que me estoy dando de neorrealismo italiano; aun no he visto una peli de ese periodo que termine bien.  
Pero vuelvo al tema de «matria» , todos y todes. ¿Esta es la izquierda que tenemos? ¿Qué pasó con el paro y los derechos laborales? ¿Terminó ya la crisis y la última pandemia? ¿Me estoy convirtiendo en un señor aburrido? ¿Nos interesa algo del mundo real más allá de las redes sociales? ¿Cuántas personas de verdad conozco de esta red en el mundo real? ¿De verdad me interesa tu puta opinión y los comentarios que me puedas dejar por aquí?
Son días extraños de cucarachas, vecinos raros y el tour de Francia por la tele. Hace unas noches estaba en mi pequeña cama mirando un documental en el ordenador y empecé a oír unos ruidos; pensé que era mi padre desde el patio de la lavadora, haciendo algo, no sé… Seguí viendo el docu y los ruidos volvieron, como algo escarbando algo; como alguien buscando algo… Encendí la luz, separé un poco la cama y allí la vi: otra asquerosa cuca debajo de la cama. Salí corriendo (reacción normal) mientras gritaba y hacía un extraño baile con mis piernas, con la sensación de que aquel asqueroso bicho había trepado por mis piernas, cosa que no pasó, pero en mi cabeza sí. Logré matar al asqueroso bicho pero mi vida no volvió a ser la misma.
 Días más tarde, otra noche estaba pegado a la Ps4, estaba enganchado a un juego del Señor de los anillos y yo jugaba con un caballero muy rudo con espada y mataba orcos y hacía explotar cosas. En ese momento sentía que mi vida era fascinante y pensaba que el mundo aún no me había descubierto como artista, pero que el año que viene sería mejor y yo sería una persona más completa…Luego me puse a pensar en Kim Basinger y en aquella película erótica de los años 80…Sin darme cuenta se me hicieron las cuatro de la madrugada y yo seguía enganchado al videojuego… Mi padre ya hacía unas horas que se había metido en la cama, y antes de meterse en su habitación siempre deja una luz encendida de un pequeño trastero que hay en el pasillo de la entrada. La puerta de mi habitación estaba medio abierta y sentí que algo empezó a moverse por el suelo: era otra maldita cucaracha que había decidido hacerme una visita. En ese momento pensé que se acercaría hasta mis pies para  hablar conmigo y decirme que ya era hora de meterme en la cama. «Toni, haz algo con tu puta vida y vuelve a la cama. Levántate mañana a las 8 y céntrate… Emprende de una vez el viaje definitivo de tu carrera como artista y escribe una obra de teatro». Claramente la cuca no llegó a decirme eso, pero fue un aviso y me metí en la cama…no pude dormir esa noche.
 Creo que está siendo un verano muy guapo, muy chulo, no para mí, pero sé que hay gente que lo está viviendo a tope.  Hablé con mi padre sobre el tema de las cucarachas y me dio un bote rojo -matabichos-. Él también tiene el suyo y ahora los dos corremos por toda la casa en calzoncillos, con nuestros botes; esto es la puta guerra y sé que no la ganaremos nunca.
El otro día mi hija me dijo: «papá, no te mueras nunca». En ese momento sentí que era absolutamente necesario para ella, alguien importante…Luego pensé en todos los padres que se mueren y en el maldito ciclo de la vida y que estamos aquí de paso y todo eso…Y el día que yo me muera me cogéis como a una vieja lavadora rota y me tiráis por una cantera del bosque… Y hablando del bosque. Ayer me di una pequeña vuelta por el viejo bosque que hay enfrente de la casa de mi padre; el viejo bosque de mi infancia que tantos -no sé si recuerdos buenos me trae-, pero son mis recuerdos ; recuerdos de infancia y juventud. Siempre que termino en ese bosque no sé qué espero encontrar. Dando el paseo, me fije en lo destruido que estaba, con la mayoría de sus arboles muertos, partidos o torcidos, muriendo lentamente durante años. En las semanas que llevo por el barrio, tengo la sensación de que no puedo parar de hacer una crónica -sentimental, llámala rara, nostálgica, de la situación del lugar y decrepitud-. Lo analizo todo y todo me da asco; todo me produce pena y decepción. Vuelvo al tema del amor y odio por el lugar… Pienso en mi padre cuando vuelve a su viejo pueblo de Villarrodrigo; que es un pequeño pueblo de Jaén de apenas 100 habitantes; y todo el mundo es viejo y en ese pueblo no ha cambiado nada en 200 años. Cuando mi padre se pasea por las calles de su pueblo lo vive como cuando era niño. Se encuentra con viejos conocidos y la gente del pueblo se alegra de ver a mi padre, y todo ha sido siempre. En mi caso, cuando paseo por mi viejo barrio sé que siempre ha sido una mierda; puedo pasear por él sin que me reconozca nadie. El Arenal siempre ha sido una zona de paso, un lugar de mucho movimiento en el que la gente está de paso. De vez en cuando me topo con algún superviviente, alguna cara del pasado y tengo la sensación de encontrarme con fantasmas.
Todo es una puta mierda y el mundo se fue a la mierda y no pasa nada. Nos hemos comido la mierda, nos la han metido en la boca y nos la hemos tragado… y no pasa nada. Siempre que entro en una cafetería -en la búsqueda de tranquilidad y aire acondicionado-, siempre acabo atrapado en la misma trampa: música reggaeton como hilo musical de fondo; con sus melodías de mierda y sus fascinantes letras que hablan sobre chochos buenos, bailes latinos, coches rápidos, fiestas en la playa y hacer el amor toda la noche… Todo ese sonido (ruido) contiene los mismos ritmos: tiempos, bases, y voces -pasadas por no sé cuantos filtros-. Pero todo está bien, de verdad…Vivimos la nueva era en la que los superventas de las discográficas son “artistas” famosos salidos de la fabrica de los reality: Grandes hermanos, islas, Chicos machos y viceversa; el exnovio de la hija de aquel famoso, el hijo de aquella famosa, el chico que tuvo aquella famosa polémica con aquella presentadora… Kiko Rivera se auto proclama artista y músico; con sus gorras, sus zapas caras y su cuerpo tatuado. En estos días, la comunidad tuitera se ha echado encima de esa famosa “artista” por poner su voz a un personaje de una película de dibujos animados. Sí, el doblaje es horroroso y ella lo hace de puta pena… La adicción al éxito y al decir que SÍ a todo. ¿Te imaginas a un artista al que le van bien las cosas y no para de trabajar, de encadenar proyectos chulos; gana mucho dinero, se ha comprado ya un par de pisos, pasa sus veranos encima de un barco, y por una vez en la historia de los artistas de éxito, le proponen hacer algo que sabe que no va a salir bien parado, y este artista decide decir NO, decide rechazar la propuesta pensando en que será mejor que ese trabajo lo haga alguien que se dedica a eso realmente? Pues esto por el momento no ha pasado. Ahí tenemos esos doblajes de Doraemon, o aquella de la escuela del rock. ¿Y si mejor me quedo en mi casa y no la lío? Y yo me entero de todo esto por Twitter, pero porque no salgo de casa… ¿por dónde iba? -Vale, lo de la mierda-. Lo de la música está claro que está ya todo perdido. Aquí no hay discusión, no hay debate… El infierno es un lugar repleto de “artistas” latinos que no paran de berrear sus mierdas con sus bases repetitivas.
Y el cine también se fue a la mierda… Sigo muy enfadado y sigo escribiendo. Hace un mes se estrenó (para mí) una de las peores películas que ha pasado por delante de mis preciosos ojos: `El ejercito de los muertos´ de Zack Snyder. Bueno, de ese director he visto cosas que me han gustado: 300, la de Batman, aquella otra… El ejercito venía acompañada de la campaña de publicidad del siglo; la más ambiciosa y definitiva producción sobre zombis, el Ciudadano Kane de Snyder. La película que tienes que ver sí o sí, o tu vida será una mierda. Netflix eligió el mejor día de la semana y el mes de sequía en el que sabían que no iban a competir con nadie. Ese día, todos íbamos a ver la misma película y a la misma hora -¿pero cómo no explotó Netflix y no cayó internet en ese momento?- Días antes me metí en Filmaffinity (pero porque soy un puto enfermo), y me puse a leer todas las pre criticas sobre la película: «joya, obra maestra, lo ha vuelto a hacer, mejor que vivir, ahora sí, Snyder reinventa el genero, y lo más difícil, reinventa el cine…» Con todo ese jugo en la boca le digo a mi novia que vamos a ver la peli y a ella le parece buen plan… A los 4 minutos de peli tengo la sensación de que me he equivocado y he puesto otra cosa, no sé, puede pasar; o que Netflix ha cometido el error y han subido la peli que no toca… La peli es mala de rabiar, mala de dar pena, de asustar, mala de primero de “Vimeo”, cutre de estudiante de youtube con su croma casero hecho en la cochera de su padre. La peli es tan mala como una peli de esas malas, pero no buena “mala” que te las ves porque al final le sacas cosas que están bien y te ha entretenido... Esta es mala que no puedes creer lo que estás viendo, y es del director de Batman y Superman ¿en serio? No estoy entiendo nada y me empiezan a salir unos sudores fuertes por todo el cuerpo y no sé cómo decirle  mi novia que la peli es una mierda y que la podemos quitar…pero no, al final la vemos entera. Otra mierda que nos han metido por la boca y aquí no ha pasado nada. Las criticas están compradas y todo está perdido. ¿Te imaginas a los medios de comunicación y a la crítica especializada opinando de verdad con criterio, diciendo que la peli es mala de cojones; rechazando todo ese montón de dinero por hablar bien de ella en sus artículos y sus páginas de opinión? Pero joder, es que es muy mala, y se dice, y no pasa nada, en serio, de verdad. ¿Y la de cantidad de producciones de series que se realizan que nadie ve y nadie dice nada, y pasan por buenas? Mejor cállate la boca y sigue a la masa. Ahora mismo estoy muy triste y estoy por tirarme a la carretera a esperar a que me pase un camión por encima, pero hace mucho calor; mejor lo dejo para otro día.

jueves, 15 de julio de 2021

EL PEOR MEJOR MOMENTO DE TU VIDA

 El peor mejor momento de tu vida.

19:34 y sigo hundido por aquí (para variar). Demasiados kilómetros de tristeza acumulados, demasiados fracasados y demasiados «NO» seguidos… pero lo sigo intentando. Mi padre en el sofá, dormido con el mando de la tele en la mano y la tele de fondo a todo volumen; en cualquier momento terminaremos así. Cada día me digo lo mismo: «ponte las pilas, haz cosas, no seas un hijo de puta». Hace un rato salí a dar una vuelta, un paseo, una caminar por el barrio de mi infancia…la verdad, sigo sin saber qué cojones esperaba de esta vuelta…esta siendo todo bastante deprimente. También sé que no ayuda nada todo el atracón de neorrealismo que me estoy dando (¿he escrito ya antes esto?) Dando una vuelta por el barrio, a veces tengo la sensación de que me encuentro con caras conocidas, gente del pasado; caras que me son familiares pero ahora tiene mil años encima; cuando veo sus caras las mezclo con un vago recuerdo de la imagen que tengo de ellos de cuando eran jóvenes. Esto me ha pasado con un señor pelirrojo con el que me he cruzado (que debe de tener mi edad), y no he conocido a mucha gente pelirroja en mi vida. Recuerdo a aquellos hermanos  con aquella madre también pelirroja (vale, todo esto tiene sentido); eran hijos de un matrimonio roto y la madre y los dos hijos vivían en una pequeña habitación de la casa en la que estoy viviendo con mi padre. La casa tiene una pequeña habitación exterior. Tengo un recuerdo de la madre aporreando la puerta y la ventana de la habitación y gritando el nombre de su hijo mayor Antonio; el chaval se había quedado dormido dentro de la habitación y la madre no tenía llave; ella había vuelto del trabajo (imagino que por esa época debía de estar trabajando de camarera de pisos). Finalmente el hijo se despertó y le abrió la puerta a la madre; creo que el chaval se llevó una buena hostia en la cara… «recuerditos del 88».
 Los ronquidos de mi padre y Belén Cuesta de fondo en una anuncio de tampax… son día así de verano; con los ciclistas en la tele, la pandemia -y todo eso-, los turistas alemanes en la playa, los coches pasando todo el tiempo por la carretera principal… Lo mejor de la semana ha sido el gazpacho que hice ayer y el café que me he tomado hace un rato en el bar, al lado de la plaza (antes llamada plaza naranja). Hace una semana fui hasta la playa y pasé por delante de la plaza y me sorprendió verla completamente derruida por obras; la vieja plaza naranja que había aguantado en pie durante 50 años ahora ya no existe, y tampoco tiene pinta de que la vuelvan a reconstruir como la vieja plaza fea que era; con aquellas baldositas naranjas ochenteras. La nostalgia es una mierda, y esa plaza también lo era.
 Sentando en el bar, con el café en la mano ardiendo, me he puesto a pensar en la escritura de mi último guion de largo -de otra peli que jamás rodaré (risas aquí de fondo)-; me he puesto a pensar en el intento de recodar cuando me puse a escribir. No sé si lo tengo fechado, con tantas versiones y nuevos archivos que voy abriendo, luego pierdo las fechas… Luego me he puesto a recodar que estaba en el mismo sitio y casi en la misma mesa en la que me estaba tomando el café en el verano del 2018, cuando volví de Madrid para intentar un plan B. ¿Empecé a escribir ese guion antes de mi vuelta, en la habitación congelada al lado de aquella lavadora? ¿O lo empecé a escribir encerrado en la habitación de la antigua casa de mi padre, cuando empecé a trabajar en aquel puto restaurante de pijos de mierda con sus hamburguesas gourmet? En cualquier caso, da igual; el caso es que ya está escrito y me ha costado años terminarlo. (Esto sigue siendo un diario creativo, al menos estoy activo con cosas… vale, no salen, pero joder…) 20:07 y sigo escribiendo todo esto con el propósito de poner orden mental; ordenar los muebles de mi cabeza. Mi mente ahora mismo es un paseo por Ikea en el que un montón de trabajadores no paran de mover cosas, montan muebles y pasan la fregona por los pasillos mientras los clientes lo pisan todo y no paran de preguntar cosas a la vez que meten cosas en sus carritos. 20:10 y esto ha sido un jueves. «Me sabe mal». Expresión balear. 

sábado, 10 de julio de 2021

LA MAÑANA

  14:16 y me había puesto el despertador a las 11. Claramente lo he parado y he seguido durmiendo. La pasada noche, sobre las 3:30 seguía despierto y aquí las noches son imposibles; es muy difícil descansar y estar a gusto. A las 12 y algo he abierto un ojo y al ver mis zapatillas he visto una cucaracha al lado de ellas; totalmente quieta y relajada, parecía que me estaba haciendo compañía, vigilándome; quizá me había visto tan triste y solo que ha decidido estar a mi lado…Luego me he levantado y he ido a por un bote gigante “matabichos”. La cucaracha -sin ningún tipo de hostilidad- se ha dejado asesinar plácidamente; luego he tirado su cuerpo al cubo de la basura de la cocina. Todo esto es un sábado. 

martes, 6 de julio de 2021

PENSAMIENTOS SOBRE MUCHAS COSAS SOBRE NADA EN CONCRETO




La tele puesta con Tele5 y música de tensión de fondo, están a punto de contar algo, hay mucha tensión, estoy empezando a sudar. El presentador, con la voz entrecortada quiere decir algo, es todo muy trepidante, claramente en cualquier momento dirán algo sobre ese tema; nadie tiene muy claro cuál es el tema, da todo igual, no importa, vuelve la música de tensión, ahora a más volumen y mi sudor llega hasta el suelo. No puedo moverme de la silla porque estoy pendiente de eso tan importante que van a contar… Al final no cuentan nada, nada, no hay nada, no hay noticia; seguían estirando el tema sobre el productor de televisión y su “presunta” corrupción -mola que pongas lo de “presunta” ahí-. 18:23 y siento que está siendo un verano muy bonito, al menos para ti; el mío por el momento está siendo una puta mierda… ¿Y qué cojones esperabas del verano? -Mi intención era coger un barco y largarme por el mediterráneo y reventar instagram a base de subir fotos de puta madre, haciendo mil cosas maravillosas y reírme de la gente pobre y de los tristes con depresión-.
 18:27 y el fútbol lleva semanas de fondo; a veces paso por delante de un pantalla y hay un fondo verde con tipos corriendo. El fútbol siempre ha estado ahí, de fondo, sin más… Alguna vez he intentado sentarme para verlo y ver si pasaba algo dentro de mi cabeza, alguna reacción, algún sentimiento o emoción; al final aguanto apenas unos minutos y termino levantándome para seguir haciendo otra cosa. El fútbol también me devuelve a la niñez y a los años 80, cuando toda mi familia se reunía para ver los mundiales. Tengo recuerdos de Maradona y de aquellos veranos ochenteros (todo era tan deprimente). Con el fútbol también siento que se le puso final a la «pandemia» ¿Os acordáis cuando ponían la pandemia por la tele? En el calendario lo recordaremos así: si vuelve el fútbol es que todo va bien; «la normalidad de siempre», a la mierda de todo, que vuelva la fiesta. No nos íbamos a perder otro verano…
Hace unas semanas volví a Mallorca con la intención de quedarme unos meses y hacer la temporada (siempre que digo todo esto me imagino que soy señor de 55 años, un rudo campesino de los años 40 que viaja por movido por el hambre, y cada verano llega al mismo pueblo, un lugar muy deteriorado con un entorno social muy jodido. En el pueblo hay un bar y toda la gente se reúne en él, y yo siempre aparezco como un extraño, como el jornalero que parece que huya de algo, de un oscuro pasado del que no puede hablar con nadie. Esos meses de verano los paso en una pensión, compartiendo habitación con un hombre con bigote al que le falta una pierna y no para de hablarme de lo bueno que era jugando con las mujeres y perdiendo al ajedrez). Mi vida no es tan interesante; siempre que vuelvo lo hago a casa de mi padre y paso mis días dentro de un cuartucho, en el que tengo mis libros y unas mancuernas del decathlon que nunca han funcionado. Si la cosa “va bien”, volveré a pasarme unos meses encerrado dentro de la cocina de un hotel. -¿Y todo aquello que estabas haciendo?..Paso a otra cosa.
Son las 19:02 y sigo pensando en que debería bajar al Mercadona. No sé, como opción de hacer algo chuli en este martes tarde. Las llamadas de teléfono para proponerme cosas geniales no se han producido, se hace tarde y se ha puesto un día gris (mi cabeza todo el tiempo); voy a revisar mis mails y mis mensajes privados. Si hay alguna novedad de algo te tendré informada. 

 20:55 y suena el himno nacional de fondo, empieza el partido de fútbol… Al final he ido al mercadona y ahora pienso que el día ha sido estupendo y que ha valido la pena. Por otro lado -y cambiando de tema- también pienso en todo el cine que estoy viendo últimamente, tan triste y deprimente; pienso en Jack Nicholson en el Reportero, película que he disfrutado mucho. ¿Es difícil Michelangelo Antonioni? -joder, pues un poco; pero vale la pena-. 21:00 y cenaremos unas pizzas. Arranca el partido y siento que me lo voy a volver a perder, por mucho que me acerque a la pantalla, al final sé que no lograré entrar. «2021, el segundo verano de nuestra pandemia».

domingo, 4 de julio de 2021

CAFÉ TODO EL TIEMPO

 2 de julio

16:41. Me he metido en una cafetería de esa marca y hay un montón de gente bebiendo cafés gigantes con hielo mientras hacen cosas en sus ordenadores portátiles. Me miran sabiendo que soy un intruso; saben que no tengo un proyecto de éxito como el suyo. Siempre que me siento en estos sitios, a mi lado siempre acaba sentándose una joven japonesa que trabaja en una tesis sobre Madrid y de cómo ha cambiado el consumo de la cultura a través de las redes. Esta mañana, en la ducha he luchado a muerte contra un mini saltamontes que no sé de dónde había salido. Finalmente, mi novia lo ha cogido y lo ha soltado por la ventana. Claramente yo tenía todas las de perder en mi lucha contra ese bicho con mil patas raras.