sábado, 7 de marzo de 2020

LOS CLIENTES



Los clientes que vienen a veranear a esta zona de Mallorca son unos imbéciles; No están buscando ni museos, ni librerías, ni danza contemporánea, ni locales de recitales de poesía beat. Lo clientes que vienen al Arenal son unos putos cafres que probablemente no sabrían señalar Mallorca en un mapa. Les han vendido algo barato, los han metido en un puto avión y por eso están aquí ahora, todos, comiendo como cerdos en mi bufete (bueno, no es mi bufete, es del hotel).
Si no te gustan las familias este no es tu trabajo. Puede que no haya nada peor en el mundo que ver familias de vacaciones: papás y mamás con sus 4 hijos insoportables que no paran de dar el coñazo. Parejas de padres con su hijo de 5 años y su otro hijo recién nacido (para tener la parejita). Viajar con un bebé,- ¿pero es que te has vuelto completamente loco?-, Parejas con hijos para intentar salvar el matrimonio. Parejas que hace tiempo se tenían que haber separado y se sienta delante de mí, como muertos, con sus caras pálidas y sus hijos pegados a la pantalla del móvil. Si no te gustan los bebés, este no es tu trabajo; todos lloran, en el comedor, en la piscina, cuando pasas por recepción lo primero que verás será a un puto bebé llorando. Los peores son los bebés alemanes, lloran de otra manera, lloran en nazi.
 ¿Qué tipo de cliente es el peor?, no lo sé, creo que todos. Al menos todos los que vienen al todo incluido. Puede que los peores sean los portugueses, porque te piden cosas, porque hablan, porque no saben dónde están las malditas cosas
-¿dónde están los platos?-.
-Los tienes delante-.
-¿qué es esto?-.
-Es pescado, lo tienes delante escrito-.
 A las 13:00 se abre el comedor. Los primeros en entrar son los alemanes, quieren comer pronto y largarse pronto; para seguir bebiendo; para volver a la piscina. Si el comedor cierra a las 15:00 los españoles entrarán a partir de las 14:30, incluso 14:50. Somos así de hijos de puta, no pasa nada, está abierto hasta las 15:00. Puedo entrar incluso a las 14:56 si me sale de los cojones porque no me importa nada y tu puta vida de ayudante de cocina me importa una mierda.
 Te digo una cosa: cuando entras a diez minutos de cerrar, la comida está hecha un asco. Piensa que todo el mundo ya lo ha manoseado todo. No vamos a cambiar todas las bandejas porque entres unos minutos antes de cerrar; esas bandejas con comida que ahora parece chicle mascado llevan ahí desde que abrimos el comedor a las 13:00. No pongas mala cara porque el cocinero está recogiendo el bufete y tú no has podido coger comida por llegar tarde; estás de vacaciones, joder, no tenías nada mejor que hacer que levantarte a una hora normal, hacerte una paja, darte una ducha y luego bajar al comedor a comer.
 El aspecto de los clientes españoles es ridículo, se pueden distinguir a kilómetros: Se arrastran por el comedor como focas gordas, hombres y mujeres gordas con tatuajes baratos que se hicieron en una noche de drogas y locura. Parejas de cuarentones en crisis que ni se miran, familias enteras que viajan juntos, la madre, el padre, la abuela, la suegra, los primos. Los hombres llevan camisetas de tirantes por las que se escapa todo el pelo de su pecho, espalda y brazos. Están calvos o empiezan a estarlo, llevan pelo en las patillas (estilo años 70 o hace cuatro siglos) van por el comedor en pantalón corto de la playa y en chanclas. Hay un detalle curioso que se repite en todas las mujeres, da igual la nacionalidad; Las mujeres llevan las tetas mojadas. Se han metido en la piscina y al salir se han puesto el vestido encima del bañador. Desfile de tetas mojadas. Podrían haber subido a la habitación para ducharse y estar cómodas para la comida, pero no,- estamos de vacaciones-.
 Luego están las parejas: parejas jóvenes que comen deprisa porque quieren volver a la habitación para seguir follando, parejas de mediana edad en crisis que han decidido hacer este viaje por hacer algo divertido.
Las parejas de mediana edad en crisis que han decidido tener otro hijo para intentar arreglar las cosas. Las parejas con muchos hijos que no se divorcian por los hijos pero que se odian a muerte.
Y luego están las parejas que no se comunican, como si hubiera una pared imaginaria entre ellos. Cada uno con su móvil, o incluso sin móvil, sin hablar durante todo el desayuno, la comida, la cena. Luego en la cama de la habitación cada uno se queda en la esquina de la cama hablando mirando el móvil, las fotos de otras personas, la otra vida que podría haber sido.
Una vez: en el comedor, mientras yo estaba en la plancha de “la cocina en vivo”, se sentó delante de mí una pareja, (chico y chica), debían de tener unos 30 años, pareja de hace años ya gastada. Él llevaba unos grandes auriculares en las orejas mientras cogía la comida del bufete, ella esperaba en la mesa con cara de puta amargada. Después de coger su comida: se sentó con ella pero no se quitó sus grandes auriculares de las orejas, (yo flipé), me los quedé mirando durante toda la comida. Él con su puta movida, su música, ahí callados los dos.
En otra ocasión, también estando en la plancha haciendo chuletas, otra pareja se sentó delante de mí. Él: un desastre, feo, pelirrojo, cara de idiota. Ella: gordita, muy fea, más que él. Se pasaron toda la comida cogidos de la mano y hablando, pero no les podía oír. Daba la sensación de ser una pareja de extras, de una serie o una película, que movían la boca pero sin decir nada.


LOS VIEJOS

Mallorca en invierno está llena de viejos. El turismo de jubilados. Piensas que vienen todos a morir pero eso no pasa, porque cada año vuelven, cada año hay nuevos viejos, salen de la fabrica de viejos y los meten en la isla, en el Arenal. El imserso. Esos jubilados hijos de puta son los peores clientes. Comen como bestias, comen como si no lo hubieran hecho nunca. Vienen al hotel para desayunar, comer, cenar, cagar y dormir. Vienen en pareja y se visten igual, para no perderse. Los ves caminando por la playa, los ves tomando el sol, (puede que sean los últimos rayos de sol que tomen en sus vidas). Cuerpos gastados y encogidos, mujeres calvas con ropas fluorescentes, dentaduras postizas, demencia, diabetes, babas, andadores, sillas de ruedas. El hotel en invierno es un geriátrico. Cada año muere más de uno, en medio del comedor, mientras duermen, un paro cardiaco mientras caminan por el paseo de la playa. Los viejos son feos, no molan, la vejez da asco, y más asco da verlos comer. Una vez una señora muy mayor se paró delante de la plancha y me preguntó si el pescado era fresco, me podía haber reído durante horas, pero no lo hice. le contesté que sí, que era fresquisimo. Luego empecé a imaginar una historia en la que el jefe de cocina se levantaba cada día a las 4 de la mañana para ir a pescar a aguas del cantábrico, que iba con los negros de la máquina, que pescaban muchos peces y que volvían al hotel sobre las 9 de la mañana y se ponían a preparar el pescado. Mucha risa, ¿no?

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