A veces me levanto empapado en sudor en medio de una pesadilla gritando ¡¡¡HOWARD, UN NUEVO HEROE!!! Luego mi novia me pregunta qué me ha pasado y nunca sé que contestarle.
¿Es Howard... un nuevo héroe la peor película de la historia? O al menos quiero pensar que es la peor película protagonizada por un pato.
En un intento de rescatar el título en una noche de verano con pizza y acompañado de mi hija y mi novia, propuse ver la peli. Estaba disponible en Netflix y no sé qué cables se fundieron en mi cabeza cuando decidí que era un buen plan... Cuando le di al play y pasaron unos minutos, me di cuenta de que estaba mejor en el recuerdo. Un actor enano dentro de un horrible traje de pato, que vive en un extraño planeta parecido al nuestro (pero con putos patos). Tras un accidente con un rayo láser (o algo así), el maldito pato viaja hasta nuestro planeta, conoce a Lea Thompson y ella se lo lleva a su apartamento (zoofilia a tope en tu cabeza, lo sé). También sale Tim Robbins, que ese mismo año estrenaba Top Gun. Y pasan un montón de aventuras con el pato y todo lo demás lo he olvidado.
No sé si llegué a verla en el cine, no tengo ese recuerdo. Sí que fue una peli «guay de videoclub», una de esas que había que ver porque tenía un montón de efectos especiales. La vendieron como una película de George Lucas, era una producción suya. Cuando la vimos en su momento no le pusimos tantos «peros»; era una cinta simpática de aventuras juveniles (con zoofilia a tope en tu cabeza). Me imagino a su guionista William Huyck con el libreto en la mano, entrando en el despacho de Lucas, poniendo el guion sobre la mesa y diciéndole: «Esto va a ser guay». Y la cabeza de Lucas (a tope de cocaína) pensando: «Tiene toda la razón, esta mierda va a ser guay, y Willow también lo será». Howard... un nuevo héroe es considerada una de las peores películas de la historia que arrasó en los Razzies ganando... creo que todo; incluso inventaron nuevas categorías. Originalmente, era un cómic de Marvel y la idea inicial de Lucas era hacer una película de animación (lo que podría haber sido mejor). El proyecto fue seleccionado por Universal después de su unión con Marvel pensando que lo iban a petar mucho. Universal necesitaba un éxito para el verano y tenían a Lucas y a su maravillosa fábrica de sueños llamada ILM. ¿Y qué fue de la carrera de Ed Gale (el actor debajo del pato) después de Howard? Pues imagínate, un viaje iniciativo hacía la oscuridad, plagado de malas decisiones, prostitutas enanas, noches en el calabozo, bares madrileños de karaoke, divorcios y cocaína. Un infierno a la espera de otro éxito.
viernes, 22 de noviembre de 2024
UN PATO
martes, 12 de noviembre de 2024
12 de noviembre
En nada le volverás a gustar a alguien nuevo.
Si a este libro lo he titulado como El verano de mi depresión, ¿por qué sigo escribiendo por estas fechas? ¿Por qué no aparco mi depresión y me centro en cosas más productivas? No sé, como seguir leyendo, pensar en chicas o salir a caminar un rato… ¿Es productivo seguir pensando en chicas si sé que me van a volver a romper el corazón? ¿Queda algo más en mi corazón por romper? Creo que sería un buen compositor de canciones cursis.
Hoy estoy muerto de frío y dan lluvia para toda la semana. Esta tarde saldré para ir al chino y pillaré unos guantes cortados; los últimos que perdí creo que se quedaron en el circo, o estarán en algún lado de mi cuartucho y no me apetece nada ponerme a buscarlos.
Si hace unos meses escribí: «si Tinder no funciona, no lo sigas intentando con otras aplicaciones de ligoteo». Ayer me comí mis palabras y desinstale Tinder del móvil y me bajé otra aplicación llamada Badoo. Así que ahora en el móvil tengo esa nueva aplicación, y la de Bumble. Y de todas estas aplicaciones —que sé que son inútiles—, el único buen resultado fue con la chica de Barcelona. Todo lo demás han sido intentos frustrados de hablar con chicas y de llegar a algo con ellas; mucho ghosting y mensajes vacíos que quedaron en nada. «Los tíos lo tenéis más difícil. Nosotros al menos podemos hacer criba». Lo que me gustó de la nueva aplicación de Badoo es que uno de los primeros mensajes de bienvenida que leí fue el de: «Es cuestión de tiempo que le gustes a alguien nuevo», como mensaje optimista en un mundo podrido y oscuro. Y ahora mismo tengo esa frase en mi cabeza: «En nada le gustaré a alguien otra vez», y tendré que volver a tener otra cita y quedaremos para cenar en un restaurante chino y tendremos que volver a hablar de nuestros gustos y me tendré que callar la boca cuando descubra que los gustos de la otra persona son una puta mierda, y me hablará de lo mucho que le flipa el reguetón.
lunes, 11 de noviembre de 2024
Algunos pensamientos tristes
En septiembre del 2018 dejé la isla para largarme a vivir a Madrid con una mochila llena de sueños y proyectos artísticos. En los cinco años que pasé viviendo en la ciudad trabajé de lavaplatos en un restaurante —pijo y detestable— en la zona de la Latina. Estuve unos meses trabajando de ayudante de cocina en un restaurante japonés (los japoneses son unos gilipollas y unos racistas). Luego pasé un par de días en la cocina de un bar, pero no pasé la prueba y el dueño me indicó donde estaba la puerta. Después de eso llevé la cocina de un restaurante vegano y sin gluten (sí, todo muy fuerte); y al año de estar trabajando muy a gusto, la jefa se cansó del local y lo traspasó, y de nuevo me vi en la puta calle. Mis últimas semanas en Madrid —con una crisis de pareja, otra existencial, y completamente hundido— pasé dos semanas dentro de la cocina de un restaurante de bocatas de calamares y combinados de papas con huevos fritos; en aquel sitio —del infierno— me pasé 12 horas encerrado al día. El jefe (y dueño del local) era un maldito miserable, un fascista y un explotador, como casi todos los empresarios que llevan sus negocios en Madrid, ¿no? ¿O nos vamos a asustar a estas alturas por decir las verdades?
—¿Y las horas extras me las pagarás? —le pregunté al jefe una noche.
—Bueno, pero para eso me tendrás que demostrar que lo vales —me contestó el jefe, en mitad del pasillo de la cocina que daba a los cuartos de baños que siempre estaban encharcados de mierda. Y esas palabras se me quedaron grabadas: «Me tendrás que demostrar que lo vales, que te las mereces, que te mereces que te pague todas las horas extras que estás trabajando para mí». ¿Pero cómo se podía ser tan hijo de perra y por qué este tipo de seres miserables viven hasta los 90 años?
Aquellas palabras fueron la estocada para que al día siguiente le dijese al jefe que no iba no iba a seguir trabajando con ellos. Lo siento pero no puedo trabajar con cerdos. Te puedo hacer ocho horas de trabajo, incluso nueve, pero con 47 años no me veo con energías para estar aquí metido doce horas día —le dije. Por cierto, los bocatas de calamares son un asco, no saben a nada; es como meter calamares dentro de un cacho de pan y hacer como si fuese un bocata sabroso, y no lo es; es ridículo.
domingo, 10 de noviembre de 2024
10 de noviembre
Diez de la noche. Sóller.
Voy a masturbarme. Masturbase está bien. ¿Para qué quiero seguir escribiendo o hacer otra cosa? En la masturbación siempre hay un placer mayor, incluso una narrativa. Me masturbo un rato, luego me quedo tranquilo y luego paso a otra cosa. Y al rato vuelvo a pensar en la masturbación. Y mañana parece que va a ser lunes… otra vez.