Algunas cosas buenas de hacerte mayor: el sexo es mejor, en el caso de que lo que tengas. Puedes llamar «chavales» a la gente joven y decir cosas como «que trabajen ellos, que son más jóvenes». Todo te la empieza a sudar mucho y empiezas a dejar de hacer planes de futuro para vivir el presente; el presente siempre es un asco. Que también te puedes quedar en tu puta casa y no hacer nada. Puedes decir cosas como «la música de ahora es una mierda y no tenéis ni puta idea de nada». O un «cuando yo era joven, descubría las cosas de verdad, cuando existía el formato físico». Y de verdad que si sueltas algo así, te juro que te puedes quedar muy solo. A la hora de ligar, te la sopla todo y vas al grano; esto también quiere decir que tienes más posibilidades de darte una hostia. Pero con casi cincuenta tacos la verdad es que te da igual todo. No pierdes el tiempo intentando descubrir cosas nuevas, porque sabes que todo va a ser una continua decepción: sigues viendo tus pelis de siempre y leyendo tus libros de toda la vida y escuchando las mismas putas bandas de hace 30 años. Lo de la ropa te empieza a dar igual, pero porque te va a ir quedando mal cualquier cosa que te pongas. Te empiezan a decir que quieres ir de joven, a lo que tú vas a contestar con un «Pero sí siempre he vestido igual». Con los años te vuelves más sincero, pero también más gilipollas y con menos paciencia. En vez de intentar tener cuarenta amigos, te conformas con seguir manteniendo a los tres de siempre, aunque te caigan mal y sean subnormales profundos; pero sabes que esos tres son calidad. Dejas de salir de noche y de hacer gastos innecesarios; ¿para qué vas a cenar fuera si te puedes hacer una tortilla en casa? Defiendes a bandas como U.2 y Red Hot Chili Peppers, y hasta Matthew Broderick te parece buen actor. Vas más rápido haciendo la compra, y acabas cocinando lo mismo de siempre, lo que te mola y lo que sabes que funciona. Tirar comida siempre es una derrota.
La política te empieza a dar igual, dejas de ver las noticias y de discutir sobre gilipolleces. Hasta los documentales sobre nazis te aburren. El Fnac te deja de flipar. Vuelves a valorar la magia de Facebook, y empiezas a pensar que la relación de Han Solo con Luke no se sostenía por ningún lado: Luke era un chaval de campo y Han, un pirata putero y tramposo. Empiezas a consultar el tiempo en el móvil y a comprar lotería de Navidad. También empiezas a desayunar durante horas en tu cafetería de siempre mientras lees un libro y ves cómo se llena y se vacía de gente… A ver, no todo iba a ser malo.
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